Por Javier de León.
Peñarol campeón. Sin objeciones. Con récord de puntos. Se quedó con el Apertura, el Clausura y la Tabla Anual. Con un detalle adicional: es campeón por mérito propio y no por demérito del tradicional rival, Nacional. Porque los tricolores sumaron 86 puntos en el año, una suma que sería récord desde que se disputan los tres torneos en la temporada, si no fuera porque lo de Peñarol fue excepcional. Los aurinegros lograron siete más. Sus 93 unidades rompieron todos los moldes. Tuvo en Diego Aguirre a un técnico con influencia de presidente dentro de la institución.
Aguirre fue todo. Moldeó el plantel, eligió futbolistas sanos, que se lesionarán poco y jugarán mucho, de capacidad técnica, mirando más en rendimientos que en nombres. Pero también fue el bálsamo perfecto para serenar la interna política, fiel exacto de la balanza en medio de luchas internas que supo frenar
En la cancha, hubo grandes rendimientos. Leo Fernández fue excepcional. Desequilibró por sí solo. Ganó partidos con su zurda. Sus ocho goles de tiro libre en el Uruguayo quedarán para la historia
Hubo otros puntos altos. Guzmán Rodríguez, un puntal en el fondo. Eduardo Dariss, el polivalente perfecto. Maxi Silvera, el 9 necesario. Javier Méndez, indispensable en el medio y en la zaga. Báez, Facundo Batista y Rodrigo Pérez, refuerzos de calidad de mitad de año. Un gran primer semestre de Sequeira. El aporte de Damián García en mitad de cancha. Milans, crecido en el lateral.
No ganó ningún clásico, pero solo quedará como un hecho anecdótico. Peñarol fue un exacto campeón.