Por Javier de León.
Gabriel García Márquez escribió un formidable libro sobre el libertador Simón Bolivar: “El General en su Laberinto”. Ciertamente disfrutable su lectura.
Luis Suárez ha creado su propio laberinto. Cuándo a nadie en el Uruguay se le ocurría que pudiera llegar a Nacional para jugar en los tres meses previos a la Copa del Mundo, despertó un león dormido al declarar a comienzos de julio que le extrañaba que los dirigentes de Nacional no lo hubieran siquiera llamado para consultarlo por su vuelta, y reclamaba que no lo hubieran “mimado”, como así lo hicieron los hinchas de River argentino.
Seamos justos.
Para qué iba a llamarlo el presidente de Nacional, José Fuentes?
Para decirle, “mira Luis que has declarado reiteradamente en los últimos seis años que no querés venir a Uruguay porque te consideras un símbolo de la selección”, pero igual te llamo…
Para decirle, “mira Luis que no estamos jugando Copa Libertadores”, pero igual te llamo…
Para decirle, “mira Luis que lo que te podemos ofrecer en lo económico es muchísimo menos que la gran mayoría de los clubes del mundo”, pero igual te llamo…
Pero Luis se quejó y abrió una puerta impensada para él. Los hinchas de Nacional iniciaron una campaña formidable en redes sociales, dentro de nuestro país y en el exterior. Semejante demostración de cariño lo “conmovió”, según declaró el presidente Fuentes, tras reunirse con Luis en Madrid el miércoles.
A Suárez ya no le queda tiempo para tomar decisiones. Precisa ya integrarse a la dinámica de un equipo y fundamentalmente jugar, jugar, y jugar, para llegar más o menos en forma a la Copa del Mundo. Porque perfecto, difícil.
Hoy viernes, mañana sábado, no debería pasar de esa fecha la decisión de Luis. Y a la luz de la inmensa movida, Suárez sólo puede responder SI. Ha quedado embretado.
Después vendrá todo lo demás. Cómo será su llegada a Uruguay, cuándo debutará, qué acuerdo económico y de manejo de su imagen se acordará, cómo Nacional sacará provecho de la movida mundial que significa tener a Luis Suárez en su equipo. Todo un torbellino que acontecerá después del SI del goleador. Que es la única respuesta posible que puede aguardarse.