Por Javier De León.
Ningún “Último Baile” ha sido sencillo. Y este no será la excepción.
Luego de 15 años al frente de la selección uruguaya, en su segundo ciclo pues el primero fue a fines de la década del 80, el Maestro Oscar Tabárez sabe, y lo ha dicho públicamente, que está en el cierre su actividad como técnico de la selección uruguaya. Como máximo, Qatar 2022 en diciembre del año próximo, será su horizonte temporal más lejano al frente de la celeste. Y además, como ha dicho reiteradas veces que su función es de entrenador, y no como secretario técnico ni secretario de selecciones nacionales, acaso también ese horizonte temporal será una guadaña que corte definitivamente su vínculo con la Asociación Uruguaya de Fútbol.
Cualquier evaluación realizada por contemporáneos, y cuándo aún se está en plena actividad, adolece normalmente de demasiada dosis de pasión, y por ende, falta de hielo en la mente para juzgar adecuadamente.
Arriesgamos igual un juicio. Uruguay en estos 15 años tuvo una performance a nivel de Campeonatos del Mundo como no había tenido después de 1954, cuándo se enhebraron los títulos del 24, 28, 30 y 50, y las semifinales en Suiza 54. Volvió a ser protagonista y respetado en el torneo más importante: el Mundial.
Llegamos a los Mundiales, luego de haber clasificado sólo en tres de ocho Copas anteriores a la llegada de Tabárez en el 2006. Volvimos a una semifinal, 40 años después. Le ganamos a dos campeones del mundo, como Italia e Inglaterra, luego de más de cuatro décadas sin vencer europeos. Disfrutamos de victorias, luego de un período de 40 años, entre el 70 y el 2010, con un sólo triunfo en los Mundiales. Logramos cuatro triunfos consecutivos en una Copa, la de Rusia 2018. Hay que ir hasta el 30 para algo similar.
Como contrapartida, si bien se obtuvo una Copa América, la de Argentina 2011, luego llevamos cuatro consecutivas sin poder acceder a semifinales. Allí hubo un fracaso.
¿Y AHORA QUÉ?
El punto es dónde estamos ahora, y hacia dónde vamos, en estas Clasificatorias para Qatar 2022. Uruguay inició con irregularidad en los primeros partidos de las Eliminatorias, y existen muchos sectores de la afición futbolística que piden remover a Tabárez ya mismo.
Arriesgo una opinión. Hoy no es razonable ni oportuno el cambio de entrenador, con al menos seis partidos por delante entre setiembre, octubre y noviembre.
Tenemos que asumir algunas realidades. La selección uruguaya en estos años basó sus resultados deportivos en una muy fuerte organización externa, y en la cancha, una intensidad importante en mitad de cancha, fortaleza defensiva y cracks en ofensiva. Para ponerle nombre propio, Diego Forlán primero, y luego Luis Suárez, Diego Godín y Edinson Cavani. Y hoy, Suárez, Cavani, Godín , no son ni por asomo aquellos desnivelantes que en muchos casos lograban victorias casi por si solos. Y no existen sustitutos del mismo nivel. Y eso no lo va a cambiar ni Tabárez ni nadie.
Los mismos jugadores que hoy son pedidos como titulares en la selección, muy probablemente sean criticados a muy breve plazo. Porque está probado que los rendimientos en los combinados nacionales resultan en líneas generales inferiores a los que ocurren en los clubes. Y el hincha, que normalmente tiene poca paciencia, critica muy rápido y termina añorando a aquellos a quienes había pedido que no jugaran más.
No somos la excepción en el mundo ni en los tiempos. Así sufrió Brasil el día que se retiró Pelé, o Argentina cuándo se le fue Maradona.
Estamos en un momento complicado, este “Último Baile”, no es sólo del entrenador, sino también de sus lugartenientes más importantes. Con caída de rendimientos individuales notorios.
Por otra parte, no hay una alternativa clara, para llamar a otro entrenador, decirle adiós a Tabárez, hola al nuevo técnico, a la cancha, y a ganar ya. Ese nombre no aparece cantado.
Es momento de cerrar filas, disfrutar y aprovechar los restos futbolísticos de la generación de Sudáfrica, intentar potenciar al máximo a las nuevas generaciones, que no tienen la misma calidad pero que debe intentarse aporten su máximo posible. Si apostamos a romper todo hoy, probablemente no solucionemos nada. Tampoco es una certeza que la continuidad de Tabárez asegure la clasificación a Qatar. Pero hoy, debemos intentarlo en la línea que venimos.