En una entrevista exclusiva con El Rionegrense, la médica responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital “Dr. Ángel M. Cuervo” (ASSE),
ofrece una perspectiva profunda y sensible sobre la muerte digna.
En un país que debate la legalización de la eutanasia, Daura Garaza defiende la necesidad de una atención paliativa robusta como alternativa fundamental para aliviar el sufrimiento al final de la vida. A través de sus palabras, se revela una contradicción social: la sociedad previene la muerte brusca, pero, a menudo, no llega a tiempo para acompañar a quienes la enfrentan.
«Una cosa es hablar, otra es hacer. Otra cosa es estar», sentencia la Doctora, cuestionando la simplificación del debate sobre la eutanasia. En su experiencia diaria, la demanda de «muerte digna» no siempre es un deseo genuino de morir, sino un grito de auxilio frente a un sufrimiento insoportable, la soledad y la falta de apoyo. «Tal vez esa persona no ha encontrado el modo de mejorar su realidad», reflexiona.
La profesional de la salud subraya que cuando a un paciente se le ofrece una «expectativa, una vida mejor, un tiempo mejor, que él pase sin dolor, que él pueda arreglar sus cosas, sus cosas de vida, sus cosas pendientes, su perspectiva cambia radicalmente”, afirmó. En ese sentido considera que la carencia principal en Uruguay no es la falta de una ley, sino la ausencia de un acceso universal a cuidados paliativos de calidad, que permita a las personas dejar de sufrir y recuperar el control sobre sus vidas, incluso en la etapa final.
La Dra. Garaza critica la «ambigüedad» de una sociedad que, por un lado, invierte grandes recursos en salvar vidas, pero, por otro, deja de lado a quienes están en la fase terminal. A su entender, una ley de eutanasia, al enfocarse únicamente en el «deseo» del paciente, podría profundizar esta contradicción, dejando de lado la responsabilidad de la sociedad en su conjunto de proveer acompañamiento y alivio.
Un punto central en la visión de la Dra. Garaza, es el rol de la familia y el impacto que la decisión de morir puede tener en ella. La ley, en su enfoque actual, no considera esta dimensión, que para la médica es crucial. «No es tan fácil como decir dos más dos son cuatro», explica. El entorno familiar es el pilar de apoyo que estimula al paciente a querer seguir viviendo y a encontrar sentido, incluso en las circunstancias más difíciles. Enfatiza que «la persona que cuenta con una familia cuenta con un apoyo que no lo conoce como tal hasta el momento que está enfermo». Para ella, el acompañamiento familiar puede ser la diferencia entre un paciente que siente que no tiene «motivos para vivir» y uno que apuesta por un «tiempo mejor».
La Doctora también pone el foco en el duelo que la familia enfrenta. «¿Cómo va a quedar?», se pregunta. «Si va a tener un duelo que va a ser normal, si ese hijo va a quedar con capacidad después de vivir una vida normal o no, atormentado por lo que pasó», manifestó. Este aspecto, la salud mental de los sobrevivientes, es para la Dra. Daura Garaza un tema que el debate actual parece ignorar, pero que tiene un profundo impacto social. «Se habla tanto de la salud mental; dentro de la salud mental, está esto también», concluye.
Un equipo que trabaja sin sábados ni feriados: La realidad de la Unidad de Cuidados Paliativos:
En la entrevista, la Dra. Garaza, también revela las carencias del servicio que dirige en Fray Bentos. La unidad, que opera desde 2015, se encuentra en una fase de «transición» y enfrenta una clara escasez de personal. Con un equipo que oscila entre 25 y 30 pacientes, la demanda es alta y los recursos, limitados. Actualmente, el servicio cuenta con dos médicos y dos enfermeros que, en ocasiones, trabaja a tiempo parcial y es compartido con otras áreas del hospital.
“La dedicación del equipo es absoluta, sin horarios ni días libres. Para nosotros no hay ni sábado, ni domingo, ni feriado, ni nada», afirma, detallando que atienden a cualquier hora.
Sin embargo, para poder ofrecer un «buen morir» a más personas, es indispensable fortalecer los recursos humanos. Garaza considera vital contar con un enfermero y un psicólogo en exclusividad para el servicio, ya que la contención emocional de los pacientes y sus familias es tan importante como el control del dolor físico. «Muchas veces es más la familia la que necesita esa contención que el propio paciente», sostiene.
Ante la inminente aprobación de una ley que regule la eutanasia, la Dra. Daura Garaza aborda su postura personal y ética con gran honestidad. «Personalmente a mí no, yo no lo puedo hacer porque es superior a mí «, confiesa. Su rol como médica paliativa es acompañar a los pacientes hasta el «último suspiro», y considera que sería «muy difícil» para cualquier profesional que haya vivido ese proceso. «Si yo tuviera que darle algo para producirle la muerte, no lo podría hacer, ni lo voy a hacer «, reitera, pero al mismo tiempo respeta a quienes tomen la decisión de hacerlo, siempre que la normativa sea clara y se cumpla.
La doctora no critica la futura ley, sino que más bien se centra en la responsabilidad de asegurar que su implementación sea «tan controlada como debiera ser», reconociendo que la complejidad de la naturaleza humana puede llevar al incumplimiento. Su enfoque se mantiene en lo que ella mejor sabe hacer: aliviar el sufrimiento, ofrecer un acompañamiento genuino y trabajar incansablemente para que el final de la vida no sea un momento de dolor, sino de paz, dignidad y, sobre todo, de compañía. Su testimonio es un llamado de atención para mirar más allá del debate legal y recordar la esencia de lo que significa cuidar y acompañar al otro, en el momento más vulnerable de su existencia.


















