Por Javier de León.
El clásico, sin goles y sin tantas ocasiones para convertir, centró sus ruidos en los hombres de negro. Los jueces fueron el corazón de todas las polémicas.
A los 21 minutos, Mauricio Pereira, en tres cuartos de cancha, metió una habilitación deliciosa para Gonzalo Carneiro. Este, pisando el área grande, giró, acomodó el cuerpo, y cuándo se disponía a avanzar hacia el arco de Peñarol, recibió dos contactos físicos de Camilo Mayada.
No voy a esquivar el bulto: en mi opinión fue penal, pero típico del fútbol ( y de la vida , también), se pueden aceptar opiniones diferentes. Lo que no resultó razonable fue el manejo que se hizo desde el VAR de la jugada en cuestión. Un horror.
El juez principal, Mathias De Armas, vio el contacto físico de Mayada sobre Carneiro, pero creyó ver que el jugador aurinegro tocó el balón antes que el tricolor, y que luego del toque de pelota se produjo el contacto físico. Por tanto, interpretó que no debía cobrar penal.
El juez puede equivocarse, es humano. Además, en una jugada rápida, el error estaba dentro de las posibilidades. Para eso, entre otras cosas, existe el VAR, que significa para el fútbol uruguayo una inversión más importante. Ante un error de percepción del árbitro, el VAR debe indicarle: “Mathias, no es Mayada el que toca la pelota. Es Carneiro. Anda y mirá la jugada en el monitor. Y después decidí “.
Lo insólito del minuto 21 del primer tiempo del clásico, fue que el árbitro VAR, Antonio García, percibió que el balón lo tocó Carneiro, pero en lugar de indicar a De Armas que fuera al monitor, siguió adelante con su discurso: “El jugador de blanco toca la pelota, pero arrastra el pie. Todo chequeado, todo chequeado”. Siga el partido.
Un verdadero diálogo de sordos.
El audio VAR conocido el sábado, fue lapidario para el equipo arbitral.
Mientras el juez principal De Armas decía, “Hay contacto físico, pero toca balón”, en alusión a Camilo Mayada, el juez VAR Antonio Garcìa gritaba simultáneamente, “el de blanco toca la pelota, pero arrastra el pie”.
Va de vuelta. Un diálogo de sordos.
La utilización del instrumento VAR fue aberrante. Más allá de la discusión si fue o no penal a favor de Nacional, lo grave de lo ocurrido el Viernes Santo fue la pésima utilización de un instrumento que se pensó siempre para entregar más informaciones al juez principal a la hora de tomar decisiones. Pero en medio de la tecnología, hay un ser humano que debe aportar esa información al árbitro, y Antonio García fue incapaz de hacerlo. Un horror.