Por Javier de León.
El sábado pasado, Liverpool asomaba como el gran candidato a quedarse con el triunfo, y por ende, el Campeonato Uruguayo. Pero llegó al partido tapado el exceso de euforia. Sin la concentración necesaria, ante un Peñarol que jugó como se juegan las finales, sucumbió en el minuto 120 ante el gol de Abel Hernández, y abrió la puerta para dos finales más.
El miércoles, en el Estadio Belvedere, parecía que el viento soplaba más y mejor para Peñarol. Pero la vida da vueltas. Liverpool creció en intensidad, tuvo un golero maravilloso que tapó tres pelotas imposibles de gol, supo sacarle mejor jugo a la doble expulsión del Cepillo González en los aurinegros y Gonzalo Napoli en los negriazules, contó con la convicción del entrenador Jorge Bava para mantener en cancha al doble 9 de Vecino- Bentancour, y enhebró dos goles en el tramo final del partido, con decisiva participación de Bentancour, autor en uno y asistente en el otro.
Liverpool se levantó desde el lodo en el cuál lo había dejado el sopapo de Peñarol del sábado. Volvió a ser el equipo intenso con figuras claves, el golero Britos, Federico Pereira desde el lateral, el citado Bentancour, Barrios en mitad de cancha, Alan Medina, primero punta y luego volante. No tuvo su mejor expresión de juego, pero pegó en los momentos justos y ganó bien en la primera final.
Mañana sábado, en el Campeón del Siglo, será la segunda y última final. Empate, victoria negriazul, o triunfo de Peñarol por un gol, otorgará el título a Liverpool. Si el local gana por dos goles de diferencia, se irá a alargue y eventuales penales. Peñarol tiene que ganar por una diferencia de tres goles o más para ser campeón directamente en 90 minutos.
Es fútbol, y pese a la interesante distancia que tomó ahora Liverpool, nada está dicho. El equipo de Jorge Bava no puede volver a cometer el mismo error del sábado pasado: no asumir plenamente que pese a haber ganado mucho durante el año (Anual, Clausura, Intermedio, Supercopa), aún no “ganó” nada, porque no es campeón Uruguayo. Seguramente no abdicará de buscar el protagonismo, porque no está en su esencia guardarse atrás. Sería un suicidio, por otra parte.
Peñarol, otra vez, no tiene mañana. Aún sin estar en su mejor condición física, es muy probable que Abel Hernández arranque de titular. Y que aguante lo que aguante.
El Campeón del Siglo será un caldera, con 40 mil hinchas de Peñarol. Menos, en una final señalada, no pueden ir. Del otro lado, 1000 de Liverpool, los lugares que se les cedió para la oportunidad.
Un gol cambia todo, y un gol tempranero de Peñarol puede alterar el curso de la final. Liverpool llega con ventaja, pero Peñarol es Peñarol. Y la vida da tantas vueltas ….