Por Fernando Doti.
Corría un viernes cualquiera del año 2014 y en un matutino radial local, escuché que se presentaba la columna de un tal Guillermo Sicardi. Debo confesar que por entonces se trataba de un desconocido. Luego de escucharlo, despertó mi interés y posteriormente a medida que se sucedían las columnas cada viernes, mi entusiasmo por el ideario liberal. Así me inicié en el liberalismo y así conocí al Dr. Guillermo Sicardi.
El pasado sábado 15 de julio, nos enteramos de la muy triste noticia de su fallecimiento, luego de haber dado una larga, enorme y heroica batalla contra el cáncer.
Sus columnas en el semanario BÚSQUEDA así como sus diversas columnas en medios radiales, recogidos también en You Tuve por la canal Archivo Liberal, daban cuenta de un defensor convencido de la libertad individual. Batalló sin descanso a favor de ésta, contra el estatismo, los monopolios, el gasto público desenfrenado y las regulaciones que asfixian a la población. En definitiva, una prédica contra el poder ilimitado de gobernantes y burócratas que olvidan a la minoría más desprotegida que existe sobre la faz de la tierra: el individuo.
Fue un gran defensor del emprendedorismo y la cultura del progreso por el mérito, el esfuerzo y el trabajo, por el amor a las cosas bien hechas. La prueba de ello es que publicó sus columnas hasta el último momento, tanto en la prensa escrita como radial. Es oportuno recordar, una columna titulada “Abierto de lunes a domingos de 8 a 22 hrs.”, haciendo referencia a la pizarra de un pequeño almacén del barrio La Comercial. Ese simple cartel mostraba “la gran diferencia que existe entre los que piden renta básica universal, quieren laburar seis horitas por día y que les aseguren salario, licencias y miles de beneficios más, frente a los que procuran mejorar su vida en base al propio esfuerzo y riesgo”. Destacaba permanentemente la necesidad de que estos individuos, ciudadanos comunes, se animen a contar sus historias de esfuerzo, dedicación, abstenciones, ahorro y de éxito, de modo de contagiar mediante el ejemplo, venciendo ese falso temor de ser vistos como malvados empresarios, vistos por el común de la gente como ese “lobo al que hay que abatir”, sin tener presente que son “el caballo que tira del carro”, como lo definió hace décadas Winston Churchill.
Sus columnas constituyeron una daga al estatismo, derribando varios mitos, como el de la justicia social y el Estado de bienestar. Fue muy ilustrativa una saga en el semanario Búsqueda, denominada “Derribando mitos”, de las que se destaca su ataque al salario mínimo, el cual es un generador de desempleo sistemático para los menos favorecidos. Recuerdo un intercambio vía whats app hace un par de meses, donde hablamos del salario mínimo y susprimos hermanos, los consejos de salarios, y recordaba que la saga “Derribando Mitos”, era del año 2013, agregando luego: “2013!!! Que locura, casi 10 años y poco cambio. Abrazo y a seguir remando”.
A propósito del remo, a raíz de la destacada actuación que los remeros uruguayos tuvieron las últimas Olimpíadas en Tokio, publicó una columna que reivindicaba el valor de la igualdad ante ley entre personas con talentos diferentes, a la vez que el valor que representaba el resultado obtenido,a pesar de las adversidades. Se preguntaba SICARDI “¿se imaginan ustedes si al barco de estos dos remeros le cargáramos una bolsa de 50 kg. de cemento Portland de Ancap? ¿Y una estación meteorológica vetusta del Inumet? ¿Y de paso subimos a dos empleados públicos para que “controlen” a los remeros o le den “apoyo”? Nada de esto es ficticio. Es real. Tanto los remeros olímpicos, como los comerciantes pyme (que salen a “remarla” todos los días), cargan en sus barquitos el lastre de las pérdidas millonarias de Ancap, del Inumet, del Fondes, de la regasificadora, del Antel Arena, de los trámites burocráticos y de miles de empleados públicos innecesarios. Con este lastre encima, no sólo no vamos a poder competir con Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos o Alemania, sino que tampoco podremos hacerlo con Paraguay, Estonia, Georgia y también nos pasarán países africanos como Ruanda, Kenia o la diminuta isla de Mauricio.”
Queda en el recuerdo su férrea defensa de la libre competencia en general y en el transporte capitalino en particular, que en su momento implicó la defensa de UBER, frente a la cacería en el zoológico que representa el monopolio de los taxis, así como el acalorado debate en radio El Espectador, con el entonces presidente de la gremial del taxi, Oscar Dourado.
Desde los medios en los que tuvo actuación, y ante la coyuntura que determinó la capitalización de ANCAP, dio una dura pelea en contra del monopolio, en beneficio de la libertad de elegir de la población. Gracias a sus columnas conocimos que Nueva Zelanda por ejemplo proyectó y finalmente concretó la eliminación de su petrolera estatal, para pasar a importar combustible en forma directa desde Asia, mostrando el camino de que, es un mito la idea que el Estado cuida a la población frente a los abusos de las grandes empresas. Por el contrario, la experiencia nos ha mostrado que es precisamente al revés. En nuestro caso,fue a partir de la irresponsabilidad y corrupción constatadas por parte de una empresa pública, que a la población se le pasó la factura de 800 millones de dólares, sin consultarle si estaba de acuerdo en abonarla. A raíz del 90 aniversario de la petrolera estatal, una de sus columnas sobre el tema finalizaba con un, “Cierren de una vez por todas este monstruo insaciable. Y ese día sí, celebraremos como corresponde”, rematando con lo que constituyó una marca registrada: “Ancap delenda est”.
Fue un gran defensor del libre comercio, abogando por la apertura comercial sin límites de nuestro país, dejando en evidencia el lastre que significaba el Mercosur, destacando la condición de “socio indeseable” de la Argentina.
Tuve el privilegio de conocerlo personalmente y compartir varios asados y charlas y descubrir a un tipo macanudo, generoso con sus conocimientos, con gran sentido comúny un batallador incansable por la defensa de las libertades individuales. Fue miembro fundador de la Asociación de Liberales del Uruguay (A.L.U.) el pasado año 2022, circunstancia ésta que nos volvió a encontrar en la defensa de la Libertad. Luego de conocida su enfermedad, también conocimos a un ser humano valiente, que enfrentó con coraje la adversidad que le tocaba atravesar. Prueba de ello, fue su columna de finales de 2021 titulada “Año nuevo, vida nueva… ¡Gracias al cáncer!”, la que refleja una actitud positiva y de aprendizaje frente a la adversidad. Su partida genera una gran tristeza y constituye una enorme pérdida para la causa de la Libertaden nuestro país. Su batalla no ha sido en vano, queda su recuerdo imborrable y su legado. Hasta siempre querido Guillermo Sicardi.