Conocido por todos como “El Barbudo” Silva, el dueño de la panadería “La Industrial”, habló con El Rionegrense sobre el nuevo local, el cambio de barrio, las expectativas y la trayectoria en el comercio fraybentino.
Comenzó en el rubro de panadería en el año 80, pero asegura que es “bolichero de toda la vida”. Su primer comercio estaba ubicado en el barrio Las Canteras. “Yo arranque panadería porque me gustaba el negocio. Era bolichero y vendía bastante pan y me gustó el negocio de conversión entre elaboración y el margen. Igual, cuando me puse de panadero y vi lo que era, sufrí como loco. El trabajo no era lo que me gustaba hacer y no tuve más remedio que agarrar para ahí. Yo soy más vendedor que panadero”, recuerda entre risas.
Silva asegura que a lo largo de todos estos años “tuve momentos buenos, regulares y malos. Y cuando te agarran los momentos malos vos tenés que apretar los dientes y salir adelante”
Para Jorge la familia juega un rol muy importante, “no les queda más que llevar la carga que dejo yo”. La panadería es un emprendimiento totalmente familiar que le da trabajo a la gran mayoría de sus integrantes, “los que no están acá, están en la fábrica de pastas”, afirmó. Sobre el vínculo con la familia dijo que a sus hijos les deja trabajo, “me hubiera gustado dejarles estudio. Pero esto es lo que les puedo dar”. “Yo ya estoy dejando, son ellos los que se encargan prácticamente de todo, yo vengo y mando, doy ordenes, doy sugerencias, más que otra cosa. Y ellos son muy trabajadores también”, contó.
Actualmente la panadería emplea aproximadamente a unas 10 personas, entre elaboración y mostrador. La Industrial cuenta con un nuevo local, totalmente a nuevo, ubicado en la esquina de Rincón e Ituzaingó, dejando su tradicional ubicación de 18 de julio casi Varela. “Nosotros éramos arrendatarios y llegó un momento que los dueños nos pidieron el lugar. Y salimos a buscar, y un día casual pase por acá y vi el cartel que decía “Se Vende” empezamos a averiguar y surgió la posibilidad de comprarlo. Después hicimos las cosas de a poquito”, contó. Sobre el cambio de barrio dijo que “yo veía que había muchas casas, mucha gente vivía en el barrio y me gustó”. “Nos acompaña mucha gente que teníamos de clientes, pero el barrio nos ha recibido muy bien”, agregó.
Silva contó las posibilidades que les da este nuevo y moderno local. “Los espacios son más o menos iguales, al local anterior, pero tenemos todo mucho más organizado. Se organizó la parte de elaboración, es un espectáculo porque hicimos una buena cámara de frío, una buena cámara de fermentación, el horno es un lujo, las máquinas son todas nuevas, entonces, mejoramos un montón. Y en la parte de mostrador ni que hablar, tenemos más espacio en mostrador”, explicó.
“Hemos logrado hacer una variedad de mercadería que es aceptada por la gente. Cositas sencillas pero que a la gente le gusta y salen bien. Seguimos con lo mismo de siempre, no cambiamos la receta, nada. Acá, partimos de la base de que hay que trabajar con la mejor materia prima posible. Y después ponerle ganas a la cosa, ir corrigiendo, ir mirando cómo sale, hay que estar pendiente”, explicó. Silva asegura que con los años te das cuenta que la panadería es una ciencia también. “Es cuestión de ponerle ganas a las cosas, y cuando te encontrás con una dificultad hay que ver porque pasa esto o aquello. Y a veces salen mal las cosas y eso no va a la venta. Acá tenemos como norma, lo que no podes comer vos, no podes venderlo”, manifestó. En ese sentido dijo “ganar un cliente te cuesta una enormidad, perderlo, lo perdés en un solo día”.
Además de ser amante de “vender”, lo que considera su vocación, Jorge disfruta mucho de la vida de campo. Sobre eso contó que tiene una chacra de unas pocas hectáreas con plantación de Durazno a la que pretende dedicarse una vez retirado del negocio. “Jubilarme me voy a jubilar, siempre voy a andar en la vuelta porque esto es mi vida, pero tengo esa chacrita, donde planto duraznos y estoy renovando la plantación, porque tienen 22 años las plantas, y estoy plantando nueva”, contó.
“El Barbudo” Silva
Jorge Silva es conocido por todos como “El barbudo” apodo que lo acompaña desde la época de la dictadura. Silva contó que a él le dolió mucho el comienzo del proceso de facto, y como forma de protesta se dejó la barba. “Nadie tenía barba en ese momento”, contó. Silva, era jugador de la selección de Río Negro, lo que le dio una mayor exposición y poco a poco todos lo fueron conociendo como “El barbudo” Silva. Hincha de Figuritas, Silva jugó en ese equipo “por un capricho”. “Habíamos ido en una excursión a ver a la selección de Río Negro a Paysandú. Perdimos muy mal. Yo había dejado el fútbol, pero en ese momento dije que quería volver a la selección, así que necesitaba jugar en un equipo y alguien me dijo que fuera a Figuritas. Empecé a jugar y al segundo año me convocaron a la selección. Que para mí era el orgullo más grande, jugar en la selección siempre fue lo más importante”, manifestó.