Por Javier de León
Es amistoso. No importa.
¿El nombre de la Copa en juego? Venancio Ramos, aquel puntero artiguense de cintura de mimbre, que jugó en ambos grandes. Pero tampoco es lo más importante.
Es clásico y basta. El lunes, de noche, en el Estadio Centenario. Porque cuándo están frente a frente las camisetas de Nacional y Peñarol las circunstancias generalmente quedan de lado. Aunque parezca increíble, se recuerda que por derrotas en clásicos no oficiales de enero, entrenadores perdieron su cargo. Porque es clásico, y siempre hay algo en juego.
Nacional es el campeón uruguayo actual. Pero perdió a Suárez, Carballo y Coelho, un jugador importante por línea.
Se jugó por dos extranjeros para el fondo, el argentino Noguera y el colombiano Bocanegra. Recibió un gran aporte, el de Pereiro, que llega en ritmo porque venía siendo parte del plantel principal del Cagliari italiano, y probablemente arranque como titular en el clásico.
Tiene otras dos incorporaciones, con menos nombre, pero pueden tener buen rendimiento. Montiel, que llegó desde River Plate, apuntado a volante pero puede dar una mano con defensa. Y Lucas Morales, el hijo de OJ, volante externo por derecha, que puede resultar grata revelación. Confirmó también al mercedario Ramírez en ofensiva.
Peñarol rompió la chanchita, pero deberá revalidar los dólares invertidos en rendimiento en campo. Y no es tan líneal la relación entre uno y otro aspecto.
Le “peló” a Nacional al brasileño Coelho, y aspira a que sea un baluarte en el fondo. Llegó Sebastian Rodríguez para el medio, también en puja con los tricolores. Abel Hernández retornó después de más de una década. El Pato Carlos Sánchez se sacó el gusto de ponerse la aurinegra. Todas incorporaciones teóricamente probadas y seguras. Pero a seguro muchas veces se lo llevaron preso…
Tiene a Arezzo, el joven punta ex River en la guantera, pero aún no termina de confirmarlo. En el clásico no estará.
El lunes se verán las caras. Y repetirán la rivalidad histórica, en una temporada que promete ser apasionante.