Por Javier de León.
No le voy a ocultar mi sentimiento: muchas veces me convenzo que pertenezco a otro mundo. Aquel dónde el diálogo mirándose a los ojos, era el instrumento más potente y eficaz para hacer un trámite, encontrar acuerdos, solucionar un tema. En fin, entender al otro y sus cuestiones, y así hallar caminos de entendimiento.
Este mundo virtual, en el cuál poder hablar con un ser humano es casi una utopía, y te dicen que todo se soluciona llamando a un 0800, no es el mio.
El fútbol uruguayo, paralizado desde el sábado de noche por resolución gremial de los árbitros, encontró una salida y volverá a tener actividad este fin de semana, luego de la importante reunión del miércoles de noche en la Asociación Uruguaya de Fútbol.
El valor del cara a cara. El miércoles en la AUF se miraron a los ojos los jueces de fútbol, los integrantes del Ejecutivo de la Asociación, los presidentes de Nacional y Peñarol, otros dirigentes de clubes de Primera División y representantes de los jugadores y entrenadores.
Seguramente no encontraron la solución al mundo, y muchas de las cosas que han sucedido hasta ahora, como insultos y amenazas en las redes sociales, y desde las tribunas, se repetirán, pero al menos, los que estuvieron sentados durante dos horas y media en torno a una misma mesa, sabrán comprenderse mejor.
El cara a cara humanizó el problema. Le puso rostro, y cada uno, conoció el rostro, y los sentimientos del otro.
Probablemente, no quiero pecar de iluso pero igual lo diré, probablemente, en el día de mañana los presidentes de Peñarol y Nacional tendrán un freno más antes de emitir declaraciones contra los jueces. Porque se miraron a la cara, y les pegó en la piel la autocrítica de los árbitros, asumiendo errores, producto ni más ni menos que de su condición humana.
Y seguramente también, los presidentes de los grandes del fútbol uruguayo terminaron de entender la fuerza de sus palabras. Porque ellos no pasarán de las palabras, pero otros, acicateados por los principales referentes de Nacional y Peñarol, son capaces y los han demostrado, de pasar de las palabras a los hechos de violencia.
Por eso, cada palabra pronunciada por Ignacio Ruglio y José Fuentes, tiene el poder de un arma, aunque esa no sea la intención de los declarantes.
La reunión del miércoles no es la panacea ni cambiará el mundo totalmente. Pero al menos, el cara a cara es un paso adelante. Franco, abierto, honesto. Es el camino para seguir utilizando.
Y en lo personal, me congratulo que la forma cómo entiendo al mundo, sigue teniendo vigencia. Somos seres sociales, precisamos generar empatías para encontrar las mejores soluciones. Y no hay otra forma mejor que mirarse a los ojos.