Por Javier De León
La irrupción del VAR, ahora definitiva, en el Campeonato Uruguayo, sumado a episodios últimos en Copa Libertadores, han invitado a la exclamación del hincha: “El VAR no sirve para nada. Está destruyendo el fútbol!”.
Es necesario relativizar las afirmaciones e hincarle el diente al tema.
El uso de la tecnología en el fútbol llegó para quedarse. Estoy convencido. No es razonable que situaciones como el gol cobrado a Inglaterra en la final del Mundial del 66, o el gol anulado a los ingleses ante los alemanes en el Mundial 2010, vuelvan a repetirse.
No es razonable que tres o cuatro mil millones de personas a través de la televisión vean una aberración, y cuatro o cinco individuos, o sea los árbitros, jugados únicamente a su visión en un instante y sin posibilidad de repeticiones, se coman la incidencia.
Por eso no hay vuelta atrás.
La otra cuestión es la implementación de la tecnología, y allí radica el problema actual.
Este VAR, con demasiados errores y fundamentalmente con demoras de cuatro o cinco minutos para definir una jugada, termina generando más distorsiones que beneficios.
El VAR llegó para detectar los “elefantes”, y muchas veces se concentra en las “hormigas”. Así, no sirve.
Este VAR, anula goles por un milímetro de posición adelantada, pero no tiene la capacidad tecnológica de determinar el momento exacto en el cuál nace un pase, por lo cual el milímetro al cuál se remite para marcar el off-side, perfectamente podría haber sido un centímetro de posición válida del delantero.
La tecnología no se va a retirar como complemento al arbitraje, pero urge mejorar su implementación.
De cualquier forma, hay un pequeño gran detalle que nunca deberíamos olvidar. Aún con la asistencia de la tecnología, las decisiones siguen siendo humanas. Y humanas como son, están expuestas al error y a la polémica.
Por tanto, apostemos a un VAR más ágil, que elimine las injusticias realmente gruesas, pero no nos planteemos como objetivo el error cero en el arbitraje de un partido de fútbol, porque en dicho caso nada nos va a conformar.