Por Javier de León.
Alguna vez escribí “No Maracanicemos el Mundial de Sudáfrica”. Esto es, no condenemos a las generaciones que vienen a la comparación permanente con el Mundial 2010, que además, como recuerdo, se idealiza, y por tanto se le quita todo lo malo y se agranda lo bueno.
Luis Suárez y Edinson Cavani han sido, son, dos formidables goleadores, que sumados al maravilloso aporte en el comienzo de la década de Diego Forlán, conformaron un tridente difícil de igualar. Por deformación profesional, vale citar algún número. Durante 80 años el máximo goleador con la celeste fue Héctor Scarone con 31 goles. Entre Suárez y Cavani acumulan 117 goles. Ha sido monstruoso!!!!
Pero el tiempo pasa, y ambos ya tienen 34 años, y ya no tienen la capacidad física de jugar siempre, los 90 minutos, ni tampoco ser determinantes sin casi precisar del juego colectivo del equipo.
Tabárez está buscando otro paradigma de juego, diferente al anterior, en el que nos bastaba con la dupla Suárez- Cavani para llegar al gol.
Es la hora que otros futbolistas ganen más protagonismo, y empiecen a ser partícipes directos de goles y victorias de la celeste.
En ese selecto núcleo está Giorgian De Arrascaeta. Figura en el país de los números 10, Brasil, y en el equipo que quizás tenga más hinchas en el mundo, Flamengo.
Giorgian es ídolo en su equipo, pero no ha encontrado la misma influencia en la selección. Quizás por jugar fuera de posición, contra una banda; o porque era demasiado jóven, y también porque el magnetismo hacia la pelota de Suárez y Cavani lo monopolizaba todo.
Giorgian no estuvo en los dos primeros partidos de junio, por Eliminatorias, pues contrajo Covid al llegar a Montevideo el 1 de junio, el día de su cumpleaños.
Se recuperó para la Copa América y ha ido ganando protagonismo a lo largo de los partidos. El jueves tuvo una muy buena actuación ante Bolivia y repitió buena performance ante Paraguay el lunes.
Giorgian, en esta selección versión 2021, juega suelto por detrás de los puntas, o del único punta, Cavani, como el lunes pasado. Juega como en el Flamengo, con libertad de acción y buscando siempre el contacto con la pelota.
Claramente esta posición le sienta mucho mejor. Se lo ve además maduro, en plenitud, con 27 años, en la edad justa para consagrarse con la selección.
Giorgian puede aportar mucho a la celeste, porque tiene capacidad innegable, pero lo peor que le puede ocurrir es la comparación. No es Suárez, no es Cavani, y dificilmente logre la influencia y los goles que ambos lograron.
Ahí no está el punto. La clave es que Giorgian De Arrascaeta sea mejor que sí mismo, que juegue con la libertad y el gusto por la pelota que desarrolla en Brasil, y le aporte lo mejor de sí mismo a Uruguay. Porque hasta ahora nunca Giorgian pudo ser “el de Brasil” con la celeste.
Es lo que único que le pido. No aspiro que nos lleve a ser Campeones del Mundo, aunque ojalá sucediera. Solo le pido a Giorgian que el mejor Giorgian sea el que se ponga la 10 de la celeste.