Mario Salinas es un artesano con mayúsculas, de esos que aman su oficio y lo viven con pasión. Es escultor, restaurador, trabaja en cuero y hace cuchillos. El Rionegrense hablo con él para conocer más de su vida y oficio.
«Esto es mi pasión» dice Mario con orgullo, es que para él, pasar horas diseñando una billetera o personalizando un cuchillo no es trabajo. «A esta altura de mi vida me puedo dar el gusto de trabajar en lo que me gusta y hacerlo a mi manera», asegura. Mario trabaja desde los 10 años. Tanto él como sus hermanos tenían que buscar la forma de ayudar a su madre para poner comida arriba de la mesa. “Me dedico a esto hace como 30 años, pero al arte de toda la vida, desde que tengo que tengo conocimiento, con 11 o 12 años ya andábamos haciendo cosas con mis dos hermanos mayores. Carlitos, que tiene la zapatería y Jorge que está en Buenos Aires. Nacimos los tres medio artesanos”, relató. Mario con 16 años y con permiso de menor mediante, estaba trabajando en la construcción, en Maldonado. Ahora, cuando sus nietos coquetean con la idea de ayudarlo en el taller les dice que no, «dejen que yo trabajo, lo que necesiten me lo piden pero dedíquense a estudiar porque yo esa suerte no la tuve”.
Como escultor, realizó El Quijote de la Mancha que está en la Terminal, el último trabajo grande fue el infante en la puerta del Batallón Rincón. «Pero eso no era rentable, necesitaba otra cosa. Nunca me quede quieto siempre me gustó aprender» explicó. Ahí fue que apareció la cuchillería porque “el tema de las esculturas no tenés mercado acá, entonces ahí dije, vamos a seguir con la cuchillería. Ahí empecé a hacer cuchillos con cabeza de jabalí, de águila, gaucho y eso llamaba la atención”.
“Yo tengo un público. Yo tengo clientes de todos lados. También en Fray Bentos tengo mis clientes”, afirmó. Todos los días suena el teléfono «necesito un cuchillo para un regalo» ese llamado lo hacen de distintas partes del país, generalmente son personas que ya vieron otros cuchillos y les gustó o les regalaron uno y quieren devolver el gesto. “Yo soy muy exigente con las terminaciones, si no sale como yo quiero, no sale. La idea es que cuando salga algo de mi taller sea de verdad bueno”, contó.
Varias personalidades del sistema político tienen un cuchillo de Salinas. «Para Tabaré Vázquez hice uno con la cabeza de un dorado», contó y agregó «A Mujica también le regalaron un cuchillo mío». También el ex ministro del Interior, Jorge Larrañaga, tenía un cuchillo de Salinas. Y le gustó tanto que mando a hacer varios para regalar. “Todo arrancó con un cuchillo de monte que le regaló un comisario. Le hice un cuchillo de monte con la cabeza de un caballo y una vaina también con un caballo. Le gustó y comenzó a pedir”, relató.
Para Salinas hacer cuchillos no es solo un trabajo. Cada cuchillo debe salir de su taller «perfecto y con un detalle que lo haga único. Lo personalizo, le pongo las iniciales. Todos los cuchillos son distintos. Es un regalo que queda para toda la vida», narró. El cuchillo más pedido, es el cuchillo para asado. También en época de caza trabaja con estancias turísticas. Les lleva cuchillos, morrales para cartuchos, cintos, y los turistas eligen que comprar. «Les gusta», afirmó. En su mayoría esos turistas son de nacionalidad americana e ingleses que llegan a Uruguay a cazar.
Salinas también es restaurador. Años atrás mientras la Parroquia Nuestra Señora del Pilar estaba en remodelación lo llamaron para un trabajo, restaurar las imágenes de la iglesia. Era un trabajo largo y de mucha dedicación. «Iba todos los días, cerca de las 17 y hasta las 22hs. Estuve más de un año restaurando cada una de las imágenes», contó. «Ando bien con el de arriba» dice entre risas. Mario recuerda el vínculo que generó en esos años con Monseñor Sanchis “mi cebador de mate”. Ahora en época de pandemia extraña los eventos donde podía mostrar su arte y compartir con otros artesanos. Las ferias y las actividades sociales quedaron en el pasado, al menos por ahora.
El amor por Daura
Mario es el esposo de la doctora Daura Garaza y los últimos meses fueron muy difíciles. Ellos se conocieron hace más de 30 años cuando Daura llegó a realizar la residencia en el Hospital de Fray Bentos, ahí nació el amor y no se han separado.
Daura es el principal apoyo de Mario y Mario lo es de Daura. Por eso es que Mario acompaño a la distancia a Daura cuando ella decidió quedarse en el Hogar de Ancianos para atender a los residentes mientras cursaban el Covid 19. Durante los 24 días que estuvieron separados, Mario llevo todos los días el almuerzo y la cena al Hogar “los primeros días la saludaba, estaba con ella, después cuando se contagió la veía de lejos. Yo me iba con un dolor bárbaro pero que vamos a hacer”.
“Ella paso una semana entera sin dormir, día y noche. Y en las redes sociales decían cualquier cosa. Siendo que Daura es una persona que nunca dejó a nadie a pie. Nunca escuche a nadie decir, Daura me falló”, y agregó “por suerte la gente de Montevideo la reconoció, y en ese reconocimiento está también el trabajo mío. Toda la familia lo sufrió”