La doctora Marianna Gilardoni es internista, con posgrado en gestión de salud y actualmente es la directora del Centro Covid 2 que se ubicó recientemente en el INOT. La doctora que es fraybentina, sigue de cerca la evolución de la pandemia también en Fray Bentos, mientras combate en primera línea al virus.
¿Cómo surge el proyecto del centro covid 2? – A mí me convocaron para este proyecto porque en marzo de 2020, en el Ministerio, se planteó junto a un grupo de personas, donde se podría generar un lugar alternativo vinculado al aumento de la demanda. Originalmente el proyecto que armamos era un centro Covid para públicos y privados. El proyecto en un inicio tenía 44 camas de CTI, 44 de cuidados intermedios y 12 de camas moderados. En el marco de la complementación público privado. Eso quedó escrito y la evolución de la pandemia, sin dudas, fue progresando en el correr de los meses y no fue la bomba que esperábamos en ese momento, entonces se dilató ese escenario. Desde noviembre de 2020 los casos fueron en aumento, hasta que ASSE me convocó para llevar adelante el proyecto y adaptarlo a la realidad y las necesidades del organismo. Nosotros teníamos planificado todo, donde iba a ir cada área, el equipamiento que se necesitaba, el costeo y la necesidad de recursos humanos.
Ahora tenemos 12 camas de CTI, 18 de moderados y vamos a escalar a 7 camas más de CTI. Y si esto sigue como viene vamos a tener que seguir escalando. Pero esa no es la solución al problema, la solución es que la gente tome consciencia de las cosas que no se deben hacer y sostenga las medidas de aislamiento y protección. Por más camas de CTI que nosotros podamos armar, si la gente no toma conciencia, es imposible sostener esto.
El problema no es el equipamiento, el cuello de botella es el recurso humano y más el recurso humano capacitado.
Esta es una enfermedad nueva y estamos todos aprendiendo en este recorrido que estamos haciendo. Para todo el cuerpo médico es una patología nueva, estamos aprendiendo a manejar y controlar. Muchas veces vamos corriendo de atrás, muchas veces por el comportamiento del virus y las variantes sobretodo.
¿Cómo te sentís con esta nueva responsabilidad que asumiste? – En realidad los sentimientos son encontrados, cuando me convocaron para esto sentí un sentimiento de reconocimiento al proyecto, a la trayectoria, era un desafío muy grande. Había que desmontar un hospital y montar un CTI de cero. Primero que nada fue una sensación de gratificación y la verdad que uno que tiene la vocación, en esos momentos era imposible negarme a una situación que era por el país, por los uruguayos, por la gente. Pero por otro lado, me entro una angustia importante, porque nosotros los médicos no estamos acostumbrados a enfrentarnos a la muerte. Yo soy internista, los médicos de CTI están más adaptados al paciente grave y a la muerte. Pero desde la medicina interna y la gestión, enfrentarse a la muerte, como para todo ser humano, es muy difícil. Entonces, te digo la verdad, llore dos días seguidos, estaba muy emocionada porque tenía que manejar esa frustración que me generaba saber que íbamos a montar un CTI, pero que la mortalidad iba a ser de un 50%. Las personas que entraban, muchas se iban a morir y eso ya no dependía de mí. Depende de la evolución de la enfermedad, de las comorbilidades de las personas. La respuesta inmunológica de los pacientes es muy distinta, entonces tuve que procesar rápidamente lo que era enfrentarme a la muerte. Y fueron dos días muy duros, de mucha angustia, de mucho reflexionar y de intentar fortalecerme. Y a pesar de tener que lidiar con algo tan feo como es la muerte, pensar que íbamos a sacar el 50% de la gente adelante.
¿Cómo manejan la parte psicológica con los trabajadores y pacientes? – Armamos también dentro de lo que era el proyecto un equipo de sostén para el equipo médico. Para mí era muy importante eso, la humanización de los servicios me parece que es clave para poder hacer frente a estas cosas y las experiencias vividas de los cuerpos médicos que han luchado contra esta enfermedad, el desgaste emocional es uno de los legados que ha dejado en los lugares donde ya han pasado estas olas, entonces tomamos eso como ejemplo. Tenemos un sostén psicológico para el equipo médico, para los pacientes y para las familias. Y también, por ejemplo, instrumentamos sistemas de videollamadas, tenemos teléfonos celulares para todos, todos los días se hacen una videollamada con las familias, aunque el paciente este ventilado, y no esté en condiciones de hablar, la familia que lo quiere ver puede hacerlo. A los pacientes que están lúcidos estamos instrumentando un sistema que puedan tener televisores, porque el aislamiento también desgasta a la persona y los debilita frente a la lucha contra la enfermedad. También estamos trabajando en que puedan visitarlos los familiares, nosotros tenemos visitas programadas dos veces por semana, tiene que ser covid negativo, se los viste, se los equipa y los pueden ver. También tenemos otra postura con respecto a las muertes, nosotros permitimos a los familiares que tienen un test negativo que se despidan. Porque muchas veces cuando uno se enferma y se empieza a sentir mal y se lo lleva la ambulancia, que no sea esa la última vez que tiene contacto con la familia, que el contacto con la familia perdure, que transite la enfermedad con él y si el desenlace es el peor, tengo la posibilidad de despedirse, porque no hay cosa peor que no poder despedirse de un ser querido. Todas las cosas que en este CTI tratamos de instrumentar son con esa impronta más humanizada. Estas cosas terminan dejando secuelas no solo en el equipo, si no en las familias, familias destrozadas que no pudieron conectarse con ese ser querido. Entonces estamos trabajando en esa parte que es muy importante.
¿Y qué sentís al ver el esfuerzo del equipo de salud? – Trabajar en un CTI, ya es desgastante, pero además la patología covid tiene todo el equipamiento que tienen que utilizarse en la vestimenta. El desgaste es muy grande. Además instrumentamos un sistema de libre especial, trabajan 4 días y libran 2. Se fueron agregando pequeños beneficios para el equipo del sistema de salud para que puedan sobrellevar lo mejor posible esta situación.
¿Cuánto afecto la cepa P1 la cantidad de ingresos? – En esta segunda ola la cepa predominante es la P1. Nosotros tenemos un equipamiento nuevo que nos permite hacer el diagnóstico y diferenciar de que cepa es, si cepa P1 o cepa P2. Nosotros tenemos dividida el CTI de acuerdo a la cepa que tiene el paciente, sobretodo porque la evolución de la enfermedad tiene mucha diferencias, no solo a lo que hace la transmisibilidad, sino que hay algunas variantes de la P1 desde el punto de vista clínico que son importantes tener en cuenta. El paciente se enferma de coronavirus y cada uno tiene una evolución particular en relación a la infección. Están quienes lo cursan asintomáticos, quienes lo cursan como una gripe común y quienes desarrollan una complicación que se denomina neumonitis viral, que es un compromiso pulmonar bilateral que es quien determina una fibrosis pulmonar y eso está vinculado a una respuesta inmunológica, a un incendio inmunológico que se produce en los pacientes y todavía no se conoce dónde está la llave que abre o que desencadena en cada uno de nosotros, que provoca esa tormenta, que muchas veces se hace incontrolable. Otra de las características que tiene esta enfermedad es que la neumonitis es rápidamente progresiva, entre el día 7 y 10 de infección, es cuando se produce el pico de riesgo de desarrollar la neumonitis. Los cuadros graves pueden estar asociados a varias cosas, la carga viral o puede estar vinculado a la idiosincrasia inmunológica de la persona. Todo eso no se sabe hasta que se produce la enfermedad. No sabemos cómo vamos a reaccionar hasta que nos enfermemos. La obesidad es otro de los factores comunes que tenemos, la mayoría de los pacientes jóvenes que tenemos ingresados, son obesos. La obesidad es un factor común que deberíamos analizar.
¿Se vislumbra un futuro sin covid? – Esto se prevé para 6 o 3 meses de una situación crítica. En 6 meses cuando avance la vacunación y la gente acate las medidas. Una de las cosas que se han visto es que la contagiosidad o la posibilidad de tener una enfermedad grave ya tiene una repercusión en el personal de la salud. Tenemos menos personal de la salud contagiados, tenemos mucho menos que generan complicaciones y muchos menos que presentan complicaciones graves. Lo ideal hubiera sido que la gente cumpliera con lo que se pedía para dar tiempo a la vacuna.
¿Has seguido la evolución de la pandemia en Fray Bentos? – Sí, porque mis padres viven ahí. Toda mi familia es de Fray Bentos. He seguido muy de cerca cómo ha evolucionado. Incluso con mi prima, Alexandra Gilardoni, realizando un monitoreo de la situación, intercambiando información y experiencias.
¿Habías imaginado vivir algo así? – Nunca, y nada de estas características que no es solamente una situación que esté viviendo el Uruguay, si no el mundo. Una pandemia de estas características y del tiempo de evolución. Está siendo difícil controlarla, se han generado mutaciones, el virus ha dado bastante batalla. ¿Esto cuando se termina? La verdad que lo prolongado de la situación, el impacto en la salud y del punto de vista económico, la verdad que nadie se imaginaba estar viendo algo de esto.