Por Javier de León.
Después de más de 400 días después de su inicio, Nacional se consagró Campeón Uruguayo 2020. Así, es bicampeón y obtuvo 13 títulos de los últimos 24 disputados, esto es luego del quinquenio de Peñarol de la década del 90. Nacional logró revertir un 14-4 adverso en campeonatos en favor de Peñarol, desde 1973 a 1997, a un 13-7 a su favor, en los 24 Uruguayos posteriores, hasta el día de hoy.
Nacional Campeón, ¿y qué?
No es casualidad, por méritos propios y deméritos ajenos.
Pese a su irregularidad, Nacional fue el equipo que sumó más puntos a lo largo de la temporada, y se quedó con la Tabla Anual. Pese a que no ganó ni Apertura ni Clausura, fue el más regular de los irregulares, y fue primero de la Anual.
Perdió la final de la Supercopa contra Liverpool a comienzos del 2020 y la final del Apertura ante Rentistas en octubre de ese año.
No ganó clásicos en la temporada, pues perdió el del Intermedio en el Campeón del Siglo, y empató los otros dos, otra vez en el Estadio de Peñarol y en el Centenario.
Perdió un partido clave, ante Liverpool en el Parque Central, por goleada 4 a 0, en el final del Clausura, cuándo buscaba quedarse con ese torneo. Y sumó tres derrotas consecutivas en las últimas cuatro fechas del año. Pero igual se quedó con la Anual. Y, caídos de la pelea Peñarol, Liverpool, City Torque y Wanderers, se encontró con Rentistas en las finales. Y allí fue lapidario: 3-0 y 1-0 en su primera vez en un partido oficial en el césped artificial de los “rojos”, para coronarse campeón.
No fue un Gran Campeón, pero si resultó un Justo Campeón. Perdió mucho, fue irregular, pero igual le alcanzó para llegar a las finales y en la hora decisiva, no falló.
Pero el bosque debe mirarse en su globalidad. Nacional superó otras situaciones que deben recordarse.
A lo largo de la temporada tuvo tres entrenadores. Inició con Munua, y fue quitado al final del Apertura. Llegó Jorge Giordano, y los dirigentes resolvieron despedirlo faltando dos fechas para el final. Culminó con Martín Liguera, esos dos partidos y las dos finales. Los dirigentes no apuntaron bien al inicio, otra vez como el año anterior, pero tuvieron rapidez de reflejos para cambiar el rumbo del barco.
En diciembre vivió un episodio de indisciplina en el hotel dónde estaba concentrado, la noche posterior al clásico perdido. A los pocos días vencieron contratos de varios de los que participaron de la fiesta sexual, y Nacional no se los renovó.
Mezcló pragmatismo con discurso en la ocasión. Porque varios de los que no siguieron en el plantel en el 2021, no lo iban a hacer por rendimiento deportivo, y poco tenía que ver la fiesta sexual en la decisión de no renovación. El episodio de diciembre sirvió para limpiar plantel, bajar presupuesto, y de paso, enviar mensaje al mundo público que “con Nacional no se jode”.
Sin embargo, también con agudo pragmatismo, debió comerse algún “sapo”, como por ejemplo mantener en el plantel a algunos futbolistas que participaron del hecho, pero que tenían contrato y que podían ser decisivos para la definición del Uruguayo.
Nadie lo ha admitido públicamente, ningún dirigente ni entrenador lo confirmado, el propio Bergessio se encargó de desmentir haber sido uno de los participantes de la fiesta, pero desde las entrañas de Los Céspedes las voces anónimas que pocas veces se equivocan , afirman lo contrario. Quizás sea cuestión de dejar pasar el tiempo, decantar los sucesos, y conoceremos con absoluta verosimilitud qué sucedió aquella noche en el Hotel de Zona Franca en Ruta 8.
Pero hay más. Nacional, acuciado por deudas hace dos años, y sin muchos más caminos, pese a que Peñarol iba por el tricampeonato, decidió bajar presupuesto. Así apostó fuertemente a la “cantera”, pasó de Us$ 1.100.000 mensuales, a coronarse bicampeón con una erogación mensual en sueldos del plantel principal de US$ 350.000. Bajó a la tercera parte lo que gastaba en jugadores y cuerpo técnico de Primera División. Ahora subirán sus gastos para el 2021, pero serán menos de la mitad que los del 2018.
Lo del inicio. Por méritos propios, ganar en el momento decisivo y mayor regularidad que el resto, barquinazos justos en el momento justo, equilibrio entre esfuerzos económicos y resultados obtenidos, y también demérito de sus rivales, Peñarol que nunca estuvo a tiro, Liverpool que no pudo ganar un partido clave jugando una hora y media con un jugador más, City Torque que brilló pero también se cayó al final, Nacional es campeón. Y no puede discutirse.