Tras el fenómeno social que ocurre en medio de la pandemia, relacionado con la vacunación, desde el Institut Pasteur se trataron de aclarar algunas de las dudas responsables de que muchos uruguayos no estén dispuestos a vacunarse contra el coronavirus.
Es un hecho, que la efectividad del plan de vacunación contra el coronavirus depende exclusivamente de la disposición de los uruguayos para darse las dos dosis de forma voluntaria, en un contexto ideal donde no sea necesaria la obligatoriedad. Por este motivo, es indispensable la confianza en las vacunas que llegarán a Uruguay, teniendo en cuenta la velocidad con la que se trabajó para desarrollarlas, resulta una cuestión que no es menor.
El Institut Pasteur, es uno de los actores más importantes en la respuesta a la llegada del coronavirus al país, por eso, decidió explicar algunas cuestiones en una publicación mediante sus redes sociales.
«Dudar es humano. Querer saber más, también. ¿Pero hay fundamentos reales para dudar de las vacunas? ¿Y de las de COVID- 19? La ciencia tiene respuestas para que tomes decisiones con datos confiables», inicia el post del Pasteur, haciendo referencia a que «la desinformación es lo peligroso».
«Uruguay siempre tuvo altas tasas de vacunación: 90% del país tiene las vacunas recomendadas. Pero en pandemia y luego de meses deseando una vacuna ‘salvadora’, 44% de la gente no se vacunaría, según encuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Udelar y La Diaria Datos», continua.
«¿Por qué? Los motivos son varios, pero se reducen a la poca confianza por ser una vacuna desarrollada rápidamente. Sin embargo, nada de eso es así: 1) la eficacia y la seguridad fueron evaluadas; 2) la rapidez es relativa; 3) hay garantías reales. Veamos estos aspectos uno a uno», menciona el Institut Pasteur.
«El avance científico suele ir acompañado de incertidumbre por lo nuevo, pero también de beneficios. Así ocurrió con la primera vacuna en 1796, contra la viruela, y desde entonces las vacunas probaron ser útiles. La evidencia está en las vidas salvadas», explica. Ante esto, brinda el ejemplo de los datos a nivel mundial de la poliomielitis, que tuvo 234.240 casos entre 1951 y 1955 y cero caso entre 1994 y 2019; los del sarampión, que pasaron de 1.004.272 casos entre 1980 y 1984 a 20.241 según los registros de 2014 a 2019; y la rubeola, que de 370.567 casos entre 1997 y 2001 pasó a solo 26 casos entre 2014 y 2019.
«Cada año, la vacunación salva tres millones de vidas en el mundo», sostiene el Pasteur, aclarando que además facilitó la erradicación de varias patologías. «Hoy existen vacunas para más de 25 enfermedades humanas como tétanos, gripe, sarampión, viruela, cáncer de cuello de útero, rabia, polio, meningitis, tos ferina, etcétera. En este escenario, la vacuna para COVID-19 se suma a las herramientas de salud pública para salvar vidas y proteger a los más vulnerables. ¿Cuál es el motivo para no darse esta vacuna? ¿Porque se hizo en solo un año? Veamos el siguiente punto: la rapidez es relativa», expresa el Pasteur.
Las vacunas para COVID-19 fueron desarrolladas en menos de un año, cuando en general el desarrollo de una vacuna, demora alrededor de cinco años «gracias a avances tecnológicos, un escenario mundial inédito, experiencia en vacunación, y sobre todo a investigación previa que derivó incluso en una innovación: vacunas de ARN».
Previo a la pandemia «nunca hubo tanto dinero y colaboración entre gobiernos, farmacéuticas y ciencia por un fin común y urgente». «Así, los científicos se enfocaron en desarrollar vacunas, tanto por métodos tradicionales, que ya probaron funcionar, como por tecnologías innovadoras», menciona la institución.
Las vacunas en general, introducen en la persona un virus vivo atenuado, el cual infecta, pero no enferma, un virus inactivado, el cual no infecta o un vector viral, que usa otro virus no letal como vehículo. El mismo objetivo: generar una respuesta inmune que proteja de infecciones reales, señala.
«Además, los científicos crearon vacunas de ARN, una tecnología en investigación desde hace años, pero que no se había probado a gran escala. Estas vacunas de ARN (como las de Pfizer-BioNTech y Moderna) no solo son una opción para COVID sino que abre puertas a otras enfermedades», explica el instituito.
El Pasteur dijo que las vacunas de ARN inoculan una molécula llamada ARN mensajero (ARNm) que contiene instrucciones para que nuestras células fabriquen la proteína característica del SARS-CoV2 y eso alerte al sistema inmune. «Luego, el ARNm se degrada y desaparece de la célula, sin provocar cambios», admitió, para dar paso luego a una de las dudas fundamentales respecto a esta nueva tecnología.
«Ante la novedad de la tecnología surge la duda de si el ARNm modifica el genoma. La respuesta simple es no: el ARNm es una molécula que se degrada fácilmente y que permanece en el citoplasma de la célula, por lo que no entra en contacto con el ADN, que está en el núcleo», expone.
Y así se da lugar al punto tres: aun cuando todas estas vacunas surgieron en tiempo récord, todas cumplieron los ensayos necesarios para respaldar su seguridad y eficacia. «Los pocos efectos secundarios están monitoreados y la eficacia es mayor a otras vacunas».
Finalizando expresa, «las vacunas serán útiles pero demorarán en llegar a toda la población, así que la máscara facial, el distanciamiento físico y la higiene de manos aún son medidas necesarias».
«Desde el Institut Pasteur Montevideo alentamos: #YoMeVacuno«, concluye el post.
Post completo: https://www.facebook.com/IPMontevideo/photos/pcb.3683850351693803/3683832885028883/