Por Tany Mendiondo
El día martes 20 de octubre quedará en la mejor historia cívica del Uruguay la renuncia a la banca del Senado de dos ex Presidentes de la República: el Dr. Julio María Sanguinetti, dos períodos, y José Mujica. Un ejemplo al mundo, ciudadanos de largas trayectorias, octogenarios, pensamientos en innumerables oportunidades antagónicos, no obstante y luego de la zaranda de la vida, queda plasmado en el abrazo final lo que es la democracia uruguaya.
Increíblemente, nosotros los políticos llevamos en nuestras espaldas una pesada carga de mirada negativa no tan solo sobre nuestro trabajo, va más allá, se cuestiona el rol y la función. Sin política, y esto lo confirma la historia de la humanidad, no hay cosa pública, no hay gestión, no hay representación del pueblo. Todo lo que nos sucede tiene que ver con acertadas o desacertadas gestiones pero de lo que no se puede dudar es que sin la política no hay garantía alguna del gobierno del pueblo y para el pueblo. En las concepciones aristotélicas, tomadas por Santo Tomás de Aquino, siempre la democracia, el gobierno de los más y en definitiva la mayor expresión de la política era quien daba y da las garantías.
¿Por qué tiene tan mala imagen el político no solo en Uruguay, en el mundo? ¿Por qué siempre se habla del sueldo de los políticos cuando no existe al financiación del sistema, y la mayoría de las veces terminamos sin un peso a fin de mes? Porque en definitiva todo lo que recibe lo vuelcan al sostenimiento de la política. Cuando este Representante Nacional recibe un cuestionamiento respecto a lo que gana siempre se planta con firmeza, defendiendo la política y además sosteniendo que todo lo que cobramos, legítimamente, vuelve de una manera u otra al pueblo. Porque atendemos nuestras responsabilidades, porque mantener logísticas de recorridas departamentales permanentes, colaboradores, etc., a lo que se suman las donaciones a instituciones de bien público, culturales, de la enseñanza, etc., siempre nos llevan a esperar el primero del mes siguiente para volver a tener un peso. Que puede haber situaciones que difieran de esta, por supuesto, la sociedad es un sin número de situaciones y vocaciones, pero la historia de los políticos uruguayos, en su gran mayoría, siempre ha sido esa. Tiene que haber otra razón para tanta incomprensión. Quizá que no todos ponemos nuestro corazón por fuera para tratar de hacernos entender pero existe otra que creemos que es determinante: es como encaramos nuestro relacionamiento con quienes no piensan como nosotros, nuestros opositores. Esto nos es común a todas las colectividades. No construimos sumando o mejorando lo que hicieron gestores y administradores anteriores, simplificamos acusando, generando escenarios de connotaciones cuasi delictivas e inmorales. Por eso toma valor el abrazo final de Mujica y Sanguinetti, para que reflexionemos. Le va la vida al país y al mundo la defensa de la política porque por lo contrario cuando aparece la anti política las perjudicadas son las poblaciones todas.
El Uruguay vive la pandemia, se le enfrenta con fortalezas y hasta ahora con eficacia. Fortalezas y eficacias cuyas herramientas, en su casi totalidad, tienen muchísimo de sustento en las políticas públicas de los quince años de gobierno del Frente Amplio. No creemos en lo fundacional pero si es un dato de la realidad lo que afirmamos. La inversión en la ciencia y en la tecnología, hoy un formidable equipo científico, Sistema Nacional de Emergencias y sus símiles departamentales los CECOED, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, el Sistema Nacional Integrado de Salud, la Agencia Nacional de Desarrollo, el Plan Ceibal ejemplo mundial en sus distintas aplicaciones. Eso es parte de lo que el gobierno que asumió el 1° de marzo contó para enfrentar la pandemia, a lo que se le suma una macroeconomía, con reservas históricas y con una mirada de los centro financieros internacionales (que no conceden porque sí) de puesta en valor a través del Grado Inversor y lo que fue hace poco tiempo esa oferta de bonos en donde el actual gobierno sí sostuvo la verdad, que no es otra cosa que la única realidad. No obstante, para el cabotaje todo está mal, recibieron un país quebrado, un déficit fiscal histórico, etc, etc.
El cuerpo humano lo primero que hace es defenderse con fiebre, anuncia que algo malo está pasado, en el mundo nadie le encuentra temperatura alta al pueblo uruguayo, no obstante insisten, insisten e insisten desde el hoy oficialismo en que estamos enfermos. Seguramente tanto van a insistir que se lo van a creer.
Hemos llegado al colmo, las habituales auditorias, que no solo cotejan números y comparan boletas con gastos, sino que también auditan procesos. Sin lugar a dudas sirven más para mejorar las gestiones que para cualquier otra cuestión, hoy ante la opinión pública se le ha dado un rango similar al del Poder Judicial. Auditar, que viene de audire que significa oír, es eso. Después de todo lo que se ha dicho sobre la herencia maldita poner en boca nada menos que de la Ministra de Economía y Finanzas las palabras desidia y negligencia, es asumir que no encontraron nada, llegaron al colmo de hacer el ridículo rosando a la propia Auditorita Interna de la Nación que se ha visto obligada a dejar constancia de su rol y esto que sucede en el gobierno nacional sucede en lo departamental.
El país estaba fundido según ellos, el departamento está fundido, pero todos vamos en búsqueda del voto para hacernos cargo de desafíos, aparentemente, condenados al fracaso. Por eso es que la política cae tan bajo, porque si bien nuestros colegas los políticos uruguayos son honestos y trabajadores, nos falta el coraje de empujar juntos, construir sumando y abandonar el facilismo de acusar al adversario. Si el Uruguay no toma el camino de reivindicar la política dejando a un lado la descalificación sin sustento y enfrentando los problemas en común, para eso nos eligen, nos tocará vivir una vez más días difíciles.
Con los ojos puestos en el abrazo de Mujica y Sanguinetti, debemos ser terminantes en calificar esta vergonzosa actitud del gobierno nacional que después de sembrar miles de dudas sobre la gestión de la cosa pública de los quince años de gobierno del Frente Amplio, concluye en “desidia y negligencia”. Esto no es delito, esto ya fue laudado el 27 de octubre y el 24 de noviembre del año pasado, es hora de hacerse cargo. Y esto va para los que gobiernan desde el 1° de marzo y para los que gobernarán desde el 27 de noviembre.