Mabel Félix presentó su libro “Mamá quiero ir al psicólogo”, que cuenta su historia y la de su hijo Bautista, en un proceso de aceptación, pero sobre todo de mucho amor.
“Mamá quiero ir al psicólogo”, esa frase que titula el libro fue la que utilizó Bautista, con 13 años para expresarle a su mamá que algo estaba ocurriendo, se sentía varón.
“Este libro, lo empecé a escribir porque mi hijo me dijo que era una persona trans, tiene 21 años y fue más o menos a los 13 años. Desde ahí empecé a escribir, como un desahogo, porque las madres, las familias, pasan muchos sentimientos cuando un hijo te dice algo de eso, porque uno lo desconoce y no lo esperaba. Entonces era como una terapia, aparte para no olvidarme de los hechos, pasa el tiempo, uno se va olvidando de las cosas y quería ir viendo el proceso de él y tenerlo presente”, contó Mabel.
“Después lo dejé, lo escribí tan personal que no pensé que fuera útil, porque era una historia muy personal. En un taller de madres de hijos o hijas trans del Uruguay, una mamá un día dijo que no bastaba con el amor, que nosotros le dábamos a nuestros hijos si no que esto tenía que visibilizarse, mostrarse, teníamos que estar de otra manera, para que otras familias también pudieran hacer este proceso. Y ahí dije, voy a terminar el libro, porque era mi manera de aportar al grupo y a la sociedad”, enfatizó. Mabel recuerda el día que Bautista le dijo la frase que titula el libro. “Me dijo que quería ir al psicólogo, a partir de ahí, no le di mucho andamiento, al tiempo me dijo: mamá es verdad que quiero ir al psicólogo. Y ahí empezó, no fue mucho tiempo, yo veía que seguía mal. Al final se sinceró con las hermanas, y fueron las hermanas, primero me dijeron que era lesbiana, y al poquito tiempo una de ellas, me dijo, mira mamá que se siente varón. A partir de ahí empezó todo el proceso de buscar ayuda, ver que hacer, contenerlo, y ahí empezó todo el camino”, contó.
Como madre, asegura que nunca estuvo en dudas de aceptar lo que su hijo planteaba, pero si, aparecieron muchos miedos, dudas y ansiedades en el camino. “Los miedos primero están en que le pase algo a ellos, yo les decía a las hermanas, vamos a esperar, porque todavía es chiquito, se está descubriendo. Pero cuando ellos asumen, es porque han estado viendo y están muy convencidos. Entonces, surgen los miedos de que pasará y que vida llevan ellos. Uno tiene esos prejuicios de que si son personas trans andan en ambientes raros. Me di cuenta que hasta que estuve con él y traté a otras personas trans, tené esos prejuicios. Los miedos están en eso, en que vida llevarán”, explicó.
Sobre el proceso de transformación contó “él con todo el proceso no tuvo inconveniente, más allá de no querer mostrarse, porque usaba faja, para aplanarse los senos, pasaba muchas horas con esa faja, se podía lastimar, porque están apretados todo el día. No es fácil ese proceso que ellos pasan, y nuestros miedos los van acompañando, las ansiedades de ellos. En una sociedad tan machista aceptan más a los hombres, ves a mi hijo y no se le nota que es una persona trans, pero ves a una mujer trans y la sociedad ya discrimina”.
Mabel forma parte de un grupo de mamás, de papás y de familias de personas trans. Allí se acompañan en el proceso. “El grupo de las mamás ayuda mucho porque uno no puede saltearse procesos, hay que ir acompañando y uno aprender”, contó.
Este grupo es de más de 200 familias de todo Uruguay, donde realizan talleres, reuniones y acompañamiento entre todos.
Bautista era un adolescente cuando comenzó el proceso y concurría al liceo 2 de Fray Bentos. “El en el liceo, empezó a cortarse el pelo, cambiarse la vestimenta y el grupo de amigos siempre fue muy compañero con él. Cuando paso al Liceo 1 ahí él pidió más cosas como cambiar su nombre. La ley trans aún no existía y se hacía mediante un proceso judicial, llevó mucho tiempo, mientras tanto, pidió que en el liceo lo llamaran con el nombre de Bautista, no hubo inconvenientes, una sola profesora, le decía todo el nombre, entonces hubo que hablar con la profesora, pidiendo un poco de empatía nada más. Pero después no tuvo ningún inconveniente”, narró.
Mabel también se refirió a cómo vive ese proceso de Bautista como madre. “Yo no lo pase como un duelo, hay otras madres que lo viven así, yo no lo viví, así como un duelo, si me costó acomodarlo en mi mente y en mi corazón, yo fui con psicólogo también. A mí me costó dejar a mi hija en algún lugar, pero ahora no me cuesta tanto, miramos fotos, recordamos. Fue acomodar esa hija que está ahí, que se recuerda con cariño, pero yo no lo sufrí como un duelo”, explicó.
Sobre la discriminación y la mirada de la sociedad comentó que algunas veces sintió “que no era aceptado. Pero siempre fueron muy respetuosas esas personas, tanto desde la religión, como compañeros de trabajo, como familia. Hubo también procesos en esas personas, no sé si lo aceptan porque lo aman, o hubo un cambio en esas personas”.
Mabel considera que desde la aprobación de la ley hay una apertura mayor, pero “todo a paso lento. Por ejemplo, en las instituciones de salud no hay gente que se dedique a las personas trans. No sé si hay respuesta en Fray Bentos para eso. Necesitan un médico general y un endocrinólogo en caso que se hormonicen”
Los libros se agotaron en la presentación, y eso la tomó por sorpresa. “No pensé que llegara tanto a las personas, hay gente que me deja mensajes hermosos, que me habla con los ojos llenos de lágrimas y eso nunca lo pensé”, contó.
“Esto es amor nada más”, afirmó. “Con esto pretendo que la gente logre abrir la cabeza y si no, al menos, el corazón”, terminó diciendo.

