Por Javier de León
Contrato va, contrato viene. Entre Montevideo y Porto Alegre. Son borradores, pero cada vez más cerca de la versión definitiva.
La relación entre Marcelo Bielsa y la Asociación Uruguaya de Fútbol está a un paso de concretarse formalmente con la firma del contrato que vinculará al entrenador argentino hasta el final de las Eliminatorias Sudamericanas, y en caso de clasificar, van 6 directos y otro más por repechaje, se extenderá hasta el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá.
Se está en la etapa de los detalles, que a veces no son tan pequeños, pues hay que llevar al papel ciertos aspectos como manejo de publicidad, sponsorización, ropa deportiva.
Todos, en el ámbito de la dirigencia uruguaya, coinciden en que la semana próxima debería estar firmándose el contrato. Y para el 1 de mayo comenzar el trabajo concreto de Marcelo Bielsa.
El DT argentino llegará con cinco colaboradores, entre asistentes técnicos, y asistentes de video. Se le sumará un preparador físico uruguayo y Carlos Nicola, como entrenador de goleros. A menos que surja alguna otra sorpresa de última hora.
Bielsa llegará a la selección uruguaya luego de haber sido entrenador de su par argentino, entre 1998 y 2004, jugando la Copa del Mundo de Corea- Japón 2002, y obteniendo el oro olímpico en Atenas 2004.
También estuvo en la selección chilena, desde el 2007 hasta el 2011, siendo el conductor durante el Mundial de Sudáfrica 2010.
Pasó por clubes argentinos, franceses, españoles, ingleses.
¿Qué esperar?
Un Uruguay protagonista, que busque el resultado sin abdicar de una tenencia vertical de la pelota. Que pretenda ser campeón, por lo pronto en la próxima Copa América 2024 de Estados Unidos, aunque asumiendo lo difícil que resulta coronarse. Estará la Argentina campeona del Mundo, el Brasil siempre poderoso, y las ilusiones de los demás.
¿Qué no esperar?
Una reedición del ciclo Tabárez.
Este será el ciclo Bielsa, con sus particularidades, sus virtudes y defectos. Aquel, el de los 15 años del Maestro, devolvió a Uruguay a ser respetado en el mundo futbolístico, reconcilió a la gente con el jugador de la selección, afirmó el sentido de identidad del futbolista con la celeste, y fundamentalmente creó convicción e identificación con la casaca color cielo.
Pero ya pasó, y no volverá. Un río nunca vuelve a correr por el mismo cauce que antes.
Bielsa creará su propio ciclo. Por el bien de todos, ojalá que el día que culmine, se le recuerde con una amplia sonrisa.