Por Javier de León.
Llegamos!! Uruguay está en la Copa del Mundo!! Por cuarto Mundial consecutivo, después de Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018, otra vez, la celeste volverá a decir presente, en Qatar.
Un sólo dato para cuantificar lo que significa volver a clasificar.
En los primeros 10 Mundiales, hasta Alemania 74, Uruguay estuvo en siete, no participó por voluntad propia en 1934 y 1938, y sólo quedó eliminado en Puerto Sajonia (el actual Defensores del Chaco), en 1958.
En los ocho Mundiales siguientes, entre Argentina 1978 y Alemania 2006, participamos de ocho Eliminatorias, y sólo clasificamos tres veces. Para México 86, Italia 90 y Corea-Japón 2002. Ahí está el valor de ahora jugar cuatro Mundiales seguidos.
La celeste llegó a la Copa de Qatar de la mano de la dupla Alonso- Alonso, si quiere definirse la situación con un brochazo grande.
El presidente de la AUF, Ignacio Alonso, fue quién lidero el cambio de entrenador. “Le hicimos caso a lo que decían nuestras tripas”, en un término bien campero, para graficar que las sensaciones internas les hablaban de una necesidad imperiosa de provocar un gran cambio en el seno de la selección nacional. No se podía morir con los ojos abiertos.
La decisión no pasaba por cuestionar lo valioso de los 15 años del Maestro Tabárez al frente de la selección. Significaba simplemente asumir que la realidad obligaba a cambiar. Que las energías que se emitían desde el Complejo Celeste ya no eran las mismas y que los futbolistas, antes convencidos y dispuestos a inmolarse por las ideas de Tabárez, sumaban demasiadas dudas ante los mensajes del entrenador.
En octubre, luego de las goleadas recibidas ante Argentina y Brasil, se llegó al convencimiento del cambio de técnico. La falta de tiempo y de alternativa que convenciera, le dieron un mes más a Tabárez. En noviembre, luego de caer otra vez ante Argentina y Bolivia, fue el final del ciclo.
Era una decisión de valor, porque la lectura era fácil: si Uruguay quedaba eliminado con Tabárez, la culpa sería del técnico. Si quedaba eliminado sin Tabárez, la culpa sería de los dirigentes que no dejaron al DT terminar su ciclo en Eliminatorias. Pero hombre cobarde no conquista mujer bonita, y las decisiones había que tomarlas.
De la misma forma que Ignacio Alonso lideró el cambio de técnico, también lideró la elección del nuevo técnico. Cuándo el Uruguay entero proclamaba que Diego Aguirre sería quién tomaría la posta de Tabárez, Nacho Alonso se tomó su tiempo. Primero esperó a Gallardo, y después, se convenció que la mejor opción era Diego Alonso. Y convenció al resto del Comité Ejecutivo, para que la decisión fuera adoptada por consenso.
El Tornado Alonso llegó y asumió a principio de enero, pero venía trabajando desde bastante antes. “Si algo debo reconocer, es que Alonso hizo todo lo que dijo que iba a decir desde el primer día”, reconoció en la noche de Santiago, el presidente de la AUF.
El Tornado le imprimió su impronta a la selección. Logró que llegara el Profe Ortega, con una autorización especial del Atlético de Madrid, para estos últimos cuatro partidos de Eliminatorias. Y cambió el aire, el humor, la energía.
Es cierto. Tuvo apuestas futbolísticas sólo imaginadas por él. Como la titularidad de Facundo Pelllistri. Se la jugó por Matías Olivera en el lateral izquierdo, y por Sergio Roche en el arco, y apostó por Ronald Araújo en el lateral derecho.
Pero mantuvo y le sacó el mejor rendimiento al “desahuciado” por muchos, Diego Godín. El zaguero mantuvo la titularidad y la capitanía y fue clave en el cierre de las Clasificatorias.
También ratificó a Luis Suárez, goleador histórico, pero discutido en el último tramo del 2021. Hay que tener memoria.
Y Suárez le respondió, con gol clave en Asunción ante Paraguay, en un partido en el que nos jugábamos mucho, casi todo. Y con la chilena fantástica en Santiago, en el cierre.
Hubo cambio de jugadores, cierto es, pero no hubo revolución. Con la misma base con la que Tabárez estaba acumulando derrota tras derrota, Alonso ganó cuatro partidos consecutivos. Entonces, pues, la influencia del técnico fue superlativa. No pueden quedar dudas.
El método Alonso clasificó a Uruguay otra vez a un Mundial. Del presidente, Nacho Alonso, mucho más estratega e inteligente de lo que supone la mayoría de la gente. Y del entrenador, Diego Alonso, que fue fiel a sus convicciones desde el primer día, y pegó un cimbronazo de aquellos en el ambiente de la selección, para volver a retomar el camino.
Ahora, a disfrutar el Mundial. Ya bastante sufrimos las Eliminatorias.