Pasaron 9 años del viernes 30 de Noviembre cuando fue asesinada Analía Perdomo, su trágica muerte conmocionó a la ciudad. Hoy pese a que hay dos procesados su familia continúa pidiendo justicia.
Analía Soledad Perdomo tenía 17 años cuando murió. Su brutal crimen, donde fue abusada y posteriormente asesinada, fue uno de los hechos de violencia más grandes que recuerde la ciudad. Ayer se cumplieron 9 años del 30 de noviembre de 2012 y su familia y amigos se concentraron en el ingreso al barrio Anglo en reclamo de Justicia.
Alejandra su mamá habló con El Rionegrense sobre sus sentimientos 9 años después.
Por este hecho fueron condenados dos hombres como autores penalmente responsables de un delito de homicidio muy especialmente agravado, con penas de 24 años y 6 meses en el caso del primero y de 25 años para el segundo. Sin embargo, la causa continúa abierta. Alejandra explicó que “por cosas que no se pudieron comprobar de este otro muchacho (un tercer implicado), entonces la causa sigue abierta”.
La familia continúa pidiendo justicia porque consideran que hay más implicados en este hecho. “Yo lo que necesito es que caigan las personas que faltan, porque a mí no me sirve de nada que haya dos procesados, uno que no dice nada, que simplemente declaró lo que le convenía, y el otro que se echa la culpa y que acusa a otra persona más. Yo lo que necesito es que caiga el verdadero autor, y los cómplices que quedan, porque no creo que sea una sola persona más la que está involucrada” Y agregó “sigo manteniendo lo que dije al principio que hay muchas personas más que saben, supieron y escondieron. Entonces yo lo que necesito es eso, que caiga el verdadero culpable. Porque sigo manteniendo que si bien estas dos personas que están procesadas tienen algo que ver, no son los verdaderos culpables de lo que pasó”.
Para la mamá de Analía fueron muchos los errores que se cometieron ese 30 de noviembre “los que fallaron fueron Prefectura, se mandaron un terrible, no sé cómo decirlo para no sonar bastante ordinaria, pero el día que pasó todo ni siquiera se tomaron el trabajo de cerrar el área, de cubrir, de cuidar las cosas, de mantener todo, demoraron en ir a buscar las pruebas, de ir a buscar todo, porque primero no creían lo que había pasado. Y bueno, la Justicia por no investigar más, porque se tapó mucho, muchos cosas no se hicieron, muchos careos que yo pedí no se hicieron, pruebas que pedí tampoco no se hicieron y lo dejaron todo a la deriva, y fallaron, falló la Justicia y falló Prefectura”.
En las primeras horas posteriores a encontrar el cuerpo a orillas del río Uruguay, se manejó la hipótesis de un suicido.
Para Alejandra “la única esperanza que queda es que alguien le remuerda la conciencia y diga que pasó, alguno que sepa, en su momento un mínimo detalle hubiera servido, pero lamentablemente en el principio, cuando yo salía y pedía pruebas, muchas personas me dijeron cosas que después se fueron a comprobar y no eran verdaderas, mucha gente mintió y dijeron cosas que no eran, y ahora a esta altura nada, lo único es que alguien, le remuerda la conciencia, es la única esperanza que no aguante más y diga fulano hizo esto o aquello”.
Alejandra y su familia ya no viven en el mismo barrio de la persona que aseguran es el principal responsable de la muerte de Analía. Sin embargo, contó que si en estos años lo cruzó no se dio cuenta. De todas maneras si ve a sus familiares. “Con los familiares tengo contacto a diario. Tengo que tener contacto todos los días y con el correr del tiempo he aprendido a separar los tantos”, relató.
“Al principio estuve muy acompañada, es como todo, se acercan y después es normal, la gente se cansa de los mismos reclamos, de una y otra vez, y todos los meses, es agotador, yo lo entiendo. Pero después con el paso de tiempo quedó un grupo muy chico, muy reducido. Es normal”, explicó.
Alejandra considera que “al principio pegó muy fuerte, entonces todo el mundo acompañaba. Después la gente se va cansado y va diciendo, “pobre mujer, pobre chiquilina, pero ta, ya está”, así que quedamos un mínimo grupo, mis hijos y mis amigos que me bancan en mil y una, y un grupo que se integró el año pasado que me acompaña firme”.
A la hora de repartir las culpas y las responsabilidades frente a una situación así las familias siempre se cuestionan que podrían haber hecho distinto. Sobre eso dijo que “obviamente creo que la primera que se siente más culpable soy yo. Podría haber evitado muchísimas cosas, pero lamentablemente, por más que quisiera haberlas evitado, ya está”.
Esta madre asegura que ahora está “sobreviviendo” y explicó “voy a trabajar, vuelvo hago cosas en casa, y esperando que todo tenga una solución”.
De todas maneras ha podido contactarse con otras madres que han pasado por lo mismo que ella. “Conocí a la mamá de Melisa Ruggeri que fue asesinada por una bala perdida en Montevideo, empezamos a tener contacto, y por medio de ella nos contactamos con otras mamas que están en la misma situación que nosotras, formamos un grupo de Whatsapp y siempre estamos en contacto”, relató.
Lo que ocurrió.
La mañana del 30 de Noviembre de 2012 había mucho movimiento en Las Cañas, todos los intendentes del país se reunían para un Congreso de Intendentes y ese fin de semana se realizaría además El Anglo de Romerías.
Pero la aparición del cuerpo de Analía a orillas del río Uruguay conmocionó a todos. Al principio se manejó la idea de un suicidio, con el paso de las horas la situación se volvió más escabrosa.
Varios años después, la jueza letrada de 1er Turno, Carol Ceraolo, condenó a dos hombres por encontrarlos responsables del crimen. De las declaraciones de los condenados surge que en la tarde del 29 de noviembre de 2012, una tercera persona habría enviado un mensaje ofreciendo a una mujer para mantener relaciones sexuales. En la sentencia se observa que la joven a la que hacían referencia era Analía.
La condena judicial establece que por medio de las investigaciones se pudo constatar que el ex novio no estuvo en el lugar de los hechos y que las declaraciones de los dos indagados fueron acordadas por ambos para involucrar a alguien más.
De las pericias del cuerpo se estableció que tenía lesiones compatibles con abuso sexual. Ceraolo, la magistrada de ese momento, consideró que los hombres «dieron muerte a la adolescente para ocultar la violación; esto es, evitar que hablara como consecuencia de la agresión sexual, a la que habían sometido a la misma».