En 1781, 132 africanos fueron arrojados por la borda vivos desde un barco de esclavos británico llamado Zong para que se ahogaran.
Estaban enfermos y, en opinión del capitán del barco, representaban una amenaza para su margen de beneficio. La pérdida de lo que entonces consideraba su «mercancía» podía compensarse cobrando el seguro de viajes. Los responsables de la atrocidad, conocida como la Masacre de Zong, quedaron impunes, a pesar de los esfuerzos de los activistas del movimiento abolicionista británico para que fueran juzgados por asesinato.
Pensamos en el horror de la esclavitud sin darnos cuenta que en medio de la pandemia se siguen priorizando argumentos económicos sobre el valor de la salud humana, no hemos evolucionado demasiado desde esa época, aunque creamos que sí.
Podemos ver como la sociedad justifica actos inmorales según el lente del momento histórico que se esté viviendo.
Parece que la vida de cada persona no importa cuando hay tantos especímenes que respaldan la supervivencia de esa especie, tal vez si fuéramos un simple puñado en el mundo nos trataríamos con más cariño unos a otros.
Nos creemos muy inteligentes y solo estamos supeditados al comportamiento animal del más débil sobre el más fuerte. ¡¡¡Cuanto nos falta evolucionar!!!