Por Fernando Doti
Existe la idea generalizada en materia de precios de la canasta básica, que las grandes superficies o supermercados, como tienen importantes márgenes de ganancia, marcan precios a la baja, esto es por debajo de su costo, para de esa manera matar a la competencia y luego, una vez obtenido el monopolio, fijar precios astronómicos. Es lo que se conoce también como dumping (venta bajo el costo). Todo esto a la larga, se cree, en perjuicio de los consumidores que terminan transformándose en víctimas de los siempre codiciosos empresarios.
Pues ello constituye un mito que dista absolutamente de la realidad. En otros términos, constituye una creencia falsa.
Lamentablemente a partir de estas creencias y de lo que la población demanda, muchos políticos toman nota y, como estos son cazadores de votos, redoblan la apuesta y por ejemplo incurren en el absurdo del control de precios para abatir ese tipo de males (por lo general el control de precios, es utilizado ante un aumento generalizado de precios o de algún producto en particular). Un desastre que solo lleva a la escasez, al amiguismo y a la violencia. Quieren apagar el fuego con nafta, aunque en el caso del dumping, no hay ningún fuego que apagar, puesto que es absolutamente innecesaria la intervención estatal ante un fenómeno de esta naturaleza.
Pero analizando el caso objeto de este breve artículo, veamos qué pasa cuando un comerciante decide poner precios por debajo de su costo. Lo que va a pasar es que va a llegar un momento en que se va a quedar sin stock y se expone a que otros le compren a 3 y lo vendan luego a precio de mercado, que es, pongamos por ejemplo, 6. Cuando alguien hace dumping, basta con comprarle mucho hasta dejarlo sin stock y después revenderlo en el mercado a precio de éste y sacar ventaja. Si no se pudiera revender dicho producto, los competidores van a esperar que el que vende a 3, se quede sin stock para seguir luego vendiendo al precio de mercado. Para que una estrategia de dumping sea rentable una vez que se haya eliminado a la competencia, ese nuevo “monopolio” deberá aumentar sus precios bastante por encima del nivel original. Pero el tema es que, si eleva los precios de manera muy sustancial para de ese modo, compensar las pérdidas anteriores, lo que generará serán incentivos para que aparezcan otros operadores, a vender más barato.
Si el comerciante que desea manipular los precios, ofreciéndolos por debajo de su costo, quiere seguir produciendo, va a incrementar necesariamente sus costos que permanecerán fijos, por lo cual le resultará imposible entrar en carrera nuevamente. Estará condenado a la quiebra. En cualquier hipótesis es insostenible la situación para quien vende debajo del costo. En cualquier hipótesis es absolutamente innecesaria la intervención estatal.
El único caso de dumping verdaderamente malsano, son las empresas públicas, cuyas pérdidas son absorbidas por la fuerza, coactivamente por todos nosotros sin posibilidad de anticuerpos de mercado, como sucedió con el asalto de la capitalización de la ANCAP.
Rodríguez Baun y Rallo nos traen un ejemplo bien interesante sobre este tema, extraído de la historia: “A finales del siglo XIX, Herbet Dow era propietario de una pujante empresa química en Estados Unidos. Dow fue capaz de producir Bromo de manera muy barata y abastecer los mercados estadounidenses y europeo a precios muy competitivos. Al expandirse en Europa tuvo que enfrentarse con un cártel alemán que le amenazó del siguiente modo: ¨Si osas entrar en nuestro mercado, iremos a Estados Unidos a vender el bromo a precios ridículamente bajos para arruinarte¨. Dow no se aminaló y comenzó a vender bromo en Inglaterra a 80 céntimos el kg, bastante por debajo de los 108 del cártel alemán. Al poco tiempo, éste cumplió con su amenaza y empezó a inundar el mercado estadounidense con bromo a un precio muy por debajo: 33 céntimos el kg. Dow lo que hizo fue contraatacar y empezar a vender en Europa a un precio excepcionalmente barato: 60 céntimos el kg. Como es evidente el cártel no podía competir con esos precios, pues debía compensar las pérdidas que sufría en Estados Unidos. Al principio se pensó que se trataba simplemente de una guerra de desgaste, era cuestión de esperar a ver quien desaparecía antes del mapa. Al final se descubrió el pastel: Dow estaba dando instrucciones a sus agentes comerciales para que compraran en Estados Unidos todo el bromo que el cartel alemán vendía por debajo del coste con el objetivo de revenderlo con ganancias en Europa. El cártel germano estaba cavando su propia tumba.”
Lamentablemente en este tema como en tantos, estamos devorados por la coyuntura. Somos especialistas en correr detrás de la coyuntura. Debemos tomar distancia y discutir estos temas desde las formas y desde el fondo, correr el eje del debate, revisar nuestras creencias, partiendo de la base que no hay verdades absolutas, sino simples corroboraciones provisorias sujetas a refutación permanente. De esta manera avanza la humanidad. Cada refutación de lo que creíamos como definitivo, constituye un paso más en el progreso humano. De esta manera lograremos que los políticos y gobernantes, alguna vez puedan usar otro lenguaje y hacer cosas distintas.