Por Javier De León
Con la agonía del último instante, cuándo parece que la esperanza se desvanece, llegó el latigazo del sanducero Maxi Gómez para la victoria en el debut ante Chile. La celeste se presentó en el Centenario para iniciar las Clasificatorias Sudamericanas, y rescató los tres puntos. El 2 a 1 final llegó con polémica y decepción el segundo tiempo, pero llegó.
¿Uruguay jugó bien o mal? ¿Tiene jugadores para salvar sin zozobra las Eliminatorias? La cuestión pasa por asumir realidades, más allá de posturas positivas o negativas.
Primero, las Eliminatorias se sufren. Las volveremos a sufrir, no por casualidad jugamos cuatro repechajes consecutivos, entre el 2002 y el 2014. Tres veces clasificamos, una quedamos eliminados. Sólo en la última, antes de Rusia 2018, clasificamos directo, producto de gran comienzo, tropiezos intermedios, y aceleración final.
Segundo, el río no volverá a andar por el mismo cauce, porque ya el río no es el mismo, y nosotros tampoco. La generación de Sudáfrica 2010 está llegando a su final, y hay que asumirlo como tal. El Uruguay que ganaba con el único argumento de Suárez y Cavani, o Diego Forlán un poco antes, ya no estará en el terreno. Los leones seguirán agitando la melena, pero no tendrán seguramente la juventud ni la potencia física de hace unos años.
Para ser claros, el Luis Suárez extraterrestre, que se las arreglaba por sí sólo para ser decisivo, ya fue. ¿Eso significa que ya no aportará más? Para nada. Lo hará en la medida de sus posibilidades, apelando a la experiencia y una capacidad técnica que no se olvida, pero en el uno contra uno, en el pique que se gana a fuerza de colocar el cuerpo, difícilmente lo volvamos a tener.
Atrás, lo mismo. Diego Godín pasó de ser un referente en uno de los equipos top de Europa, el Atlético de Madrid, a jugar en el Cagliari del sur italiano. ¿Ello lo invalida para ser el capitán de la selección? Tampoco, simplemente que su nivel y su gravitación tienden a ser menores.
Nada más alejado que el pesimismo en mis palabras. Simplemente, asumir. Hay tiempos que no volverán. Otros jugadores estarán obligados a tener protagonismo, y es parte de nuestra responsabilidad juzgarlos por sí mismos, en el marco de sus circunstancias, sin compararlos con nada ni con nadie.