Por Ec Angel Pavloff Marroni
Hay un negocio que parece ser ventajoso políticamente en el corto plazo: ponerse de punta contra un enemigo, fomentar la crispación y alimentar el odio hacia el otro. La idea detrás de esta estrategia es correr el eje de la discusión, pasar a discutir personas en vez de discutir ideas o argumentos.
Tal como lo describimos en una columna anterior titulada “Muchos Ruidos y Ninguna Nuez”(*), la tribalización de la política es una realidad y muchos pueden verse tentados a profundizarla para ser beneficiados en el corto plazo. Alimentar fanáticos evita la necesidad de generar contenido, lo que resulta más fácil y cómodo para muchos que no tienen capacidad de argumentación.
Sin embargo, a largo plazo este comportamiento erosiona las Instituciones, lo hace lentamente y de forma casi imperceptible. En la medida que las instituciones son un freno a los extremismos, un marco estable que de reglas de juego que van a molestar por igual a un extremo y a otro, los fanáticos estarán cada vez más decepcionados y las instituciones comenzaran a ser molestas; los extremos se tocan. No es bueno banalizarlas.
Esta semana la Junta Departamental va a discutir las compras de combustible durante la Administración del Partido Nacional. Por dos razones no voy a detenerme en la cuestión de fondo, de si hubo o no desvíos éticos y/o legales, primero porque no me corresponde emitir juicio sobre el tema y segundo porque al momento de escribir esta columna ni el Partido Colorado ni la propia Junta Departamental habían tomado una decisión al respecto. Aun así, entiendo conveniente hacer una serie de puntualizaciones sobre la forma que ha tomado esta discusión.
En primer lugar los están los hechos. El Partido Nacional debe comprender que hay uno irrebatible: existieron compras de combustible en estaciones de servicio propias o de familiares de los jerarcas del gobierno anterior. No debe ponerse a la defensiva o victimizarse impidiendo que se aclaren las cosas, desde un punto de vista puramente institucional y de trasparecía, es bueno que se aclaren las cosas. Debería acompañar toda medida de investigación que persiga ese objetivo.
En segundo lugar está la oportunidad. Los acontecimientos que llevan al Frente Amplio a plantear el tema se desarrollaron durante el gobierno del Partido Nacional. El Frente Amplio hace más de 5 años que es gobierno y durante el gobierno anterior contaba con una importante representación parlamentaria. ¿Por qué espero dos meses antes de las elecciones departamentales para pronunciarse sobre el tema? ¿Por qué no lo hizo al momento de constatarse las supuestas irregularidades o inmediatamente después de asumir el gobierno?
Hay que ser y parecer, importa tanto el fondo como las formas. Institucionalmente no somos quiénes para juzgar sobre lo ocurrido, eso está restringido a otro ámbito del Estado.
Sin embargo, sí nos pronunciaremos sobre las formas. Si los ediles del Frente Amplio tenían conocimiento de los hechos desde hace años y éstos entendían que los mismos tenían apariencia ilícita, era su obligación actuar oportunamente, no esperar a dos meses de las elecciones. ¿Acaso llegamos al punto más bajo de la política de analizar de apariencia delictiva de los hechos de acuerdo a la conveniencia o los momentos políticos?
Además de los hechos y la oportunidad, hay que ser y parecer. El Partido Nacional, un Partido Histórico al que respeto y admiro, debe apoyar esta y toda otra medida que ayude a aclarar todo aquello que genere dudas. La razón es simple, las instituciones están primero.
Si no logramos separar en los hechos los poderes del Estado de la actividad política electoral de muy corto plazo y los utilizamos o abusamos de ellos de acuerdo a la conveniencia y los momentos políticos, habremos dado un paso más hacia la peronización de la política uruguaya y la erosión de las instituciones.
Esperemos por el bien de todos que la discusión se mantenga con altura y con un norte claro, por el cual el Batllismo derramó su sangre, las instituciones primero.Referencia: (*): Edición 4236 – Viernes 12 de Julio