Por Ana Fumon
La reciente decisión de la Intendencia de Río Negro de suspender la elección de la Reina de Las Cañas generó, un intenso debate público. No es una decisión menor: durante décadas, este certamen fue el evento más convocante del verano y parte de la identidad local. Reconozco su valor cultural, pero considero que el cambio es necesario. Como mujer, madre y ciudadana de una sociedad que intenta avanzar hacia mayor igualdad, me resulta imposible ignorar que los concursos de belleza reproducen estereotipos que desde hace años buscamos dejar atrás. La idea de que una mujer puede ser “más” o “menos” bella según ciertos criterios —su cuerpo, su edad, su altura o cualquier otra condición— ya no se alinea con los avances en derechos, inclusión y perspectiva de género. Todas somos bellas, pero no por responder a un molde; lo somos en nuestra diversidad, personalidad y talento. La belleza hoy va más allá de un desfile o una corona.
Como mamá, también siento la responsabilidad de enseñarles a mis hijos que valen por lo que son, no por lo que muestran. Que lo que los define es su talento, sus emociones, su espíritu de lucha y su capacidad de empatía. No cómo se ven, no cómo se visten, no si encajan en un estándar ajeno. Esa tarea comienza en casa, pero necesita un entorno que no refuerce mensajes contrarios.
Por eso, aunque la decisión pueda generar molestias, es coherente con el proceso de transformación cultural que vivimos. No se trata de borrar lo que la Reina de Las Cañas significó, sino de aceptar que los tiempos cambian y que las instituciones deben acompañar esos cambios.
Aquí aparece el verdadero desafío, que recae en las autoridades: crear un nuevo evento, con otra mirada, que mantenga el espíritu sin poner el cuerpo de las mujeres como eje central. Un evento que convoque, entusiasme y siga siendo un hito de la temporada.
Si queremos una sociedad más libre y consciente, debemos dejar de reproducir estereotipos de belleza inalcanzables, esos que tanto daño han hecho. A veces parece que avanzamos, pero debates como este muestran que aún hay retrocesos. Por eso es importante seguir dando pasos firmes hacia una sociedad que valore a las personas por lo que son, no por cómo lucen.

















