Por Elizabeth del Río – ESPACIO CONTRATADO
No hay revolución desde el sillón.
No hay transformación posible si el compromiso se detiene en un emoji o en una historia de Instagram.
Este fin de semana acompañé la Marcha de la Diversidad en Fray Bentos. El aire estaba lleno de consignas, de colores, de símbolos… pero faltaban cuerpos. Faltaba esa energía que se siente cuando la gente sale, se mira a los ojos y comparte un mismo sueño de igualdad.
A veces la militancia se confunde con indignarse por todo, todo el tiempo. Pero indignarse no es lo mismo que comprometerse. El compromiso se demuestra con la presencia, con el trabajo, con la constancia. No alcanza con creer en la diversidad: hay que caminarla, acompañarla, sostenerla incluso cuando no es tendencia.
Está claro que Río Negro está cambiando. Con errores, con aciertos, con intenciones de estar cerca de la gente. Pero los cambios no se hacen desde la comodidad ni el juicio fácil: se hacen entre todos, con los pies en la calle y el corazón en marcha.
Así que sí, la próxima vez que haya una causa justa, una bandera que nos represente o una lucha que queramos que avance, pongamos el cuerpo. Porque las transformaciones más profundas —las que de verdad dejan huella— se construyen así: en presencia, no en silencio.