Por Javier de León
Luis Suárez lleva 132 partidos jugados con la celeste y 68 goles convertidos. En relación a minutos jugados, un gol cada 159 minutos.
Edinson Cavani tiene 133 partidos jugados con la celeste y 58 goles logrados. En relación a minutos jugados, uno cada 168 minutos en cancha.
Para tomar dimensión. Héctor Scarone, campeón olímpico y campeón del Mundo en 1930, se mantuvo como el goleador histórico de la celeste durante casi 90 años, con 31 goles marcados. Entre Suárez y Cavani llevan 126 conquistas.
Son, sin dudas, la dupla más letal de la historia de la celeste. Diego Forlán, un fenómeno en Sudáfrica 2010, cerró su ciclo con la celeste con 36 conquistas.
Pero el tiempo es un tirano implacable. Suárez ha regresado al Uruguay, en este retorno tan comentado a Nacional. Cavani se sigue entrenando en el Complejo Celeste y busca cerrar en estas horas su llegada a un club español. Pero lo que pensaba tener atado al menos dos semanas atrás, sigue sin concretarse, por más que se anuncie que en estas horas podria definirse.
El Mundial de Qatar está a un paso, casi 100 días.
Darwin Nuñez debutó oficialmente el sábado en el Liverpool inglés, con gol y asistencia, en sólo 35 minutos.
Diego Alonso ha optado por jugadores por banda en la celeste, y un único punta.
Así planteadas las cosas, parece difícil que la dupla de siempre, Suárez – Cavani, pueda repetir actuación en la Copa del Mundo.
No quita que puedan jugar juntos en algún momento, pero parece difícil que arranquen algún partido ambos como titulares. Podrían llegar a coincidir eventualmente en últimos minutos de algún juego, si los planetas se alinean.
Los hemos disfrutado durante más de una década, aunque no siempre juntos. Quedará para siempre la pena de la ausencia de Suárez en los definitorios partidos ante Holanda en el 2010 y ante Colombia en el 2014, y la ausencia de Cavani ante Francia en el 2018.
Pero deberemos acostumbrarnos a no verlos juntos en la próxima Copa, y quizás con sus respectivas despedidas en Qatar. Será un golpe, pero otros vendrán, que tienen derecho a escribir su propia historia.
Nosotros deberemos colaborar eludiendo las comparaciones. Primero porque siempre los recuerdos serán aún más grandiosos que los propios hechos ocurridos, y entonces cualquiera que llegue a la delantera de Uruguay correrá con obvia desventaja.
Pero segundo y fundamental, porque cada hombre debe ser juzgado en su tiempo y en sus circunstancias, para que la historia resulte un impulso y no una mochila de peso insoportable.