Por Miguel García.
Las restricciones sanitarias por la pandemia del Covid-19, golpearon severamente al sector turístico, paralizándolo casi en su totalidad, lo que implica reinventarse para hacerle frente a los grandes desafíos que ha impuesto la nueva normalidad.
Los destinos turísticos, trabajan en desarrollar nuevas estrategias que buscan herramientas sostenibles para poder recuperarse de la crisis, y entre ellas se encuentra atraer el turismo LGBT+.
Existen más de 200 destinos en el mundo, solo 33 tienen derechos consagrados para la comunidad LGBT+, pero no en todos se da la seguridad, y no me refiero a la seguridad pública, sino la seguridad en la no discriminación. Uruguay debe de poner en relieve que es un país libre de discriminación.
La industria audiovisual es clave en esta etapa, a través de los contenidos se debe enseñar con calidad y menos timidez los ejemplos de la interseccionalidad en la diversidad, para que la contraparte se sienta identificada y elija nuestras propuestas en los destinos.
Rio Negro, tiene productos turísticos en lugares emblemáticos que son sitios país, cercanos a grandes emisores de turistas dispuestos a viajar y conocer en primera persona lo que somos y lo que tenemos para dar como destino. Por eso es imperativo apostar a expandir y diversificar la oferta orientada a este segmento; estimulando el trabajo asociativo público-público, público-privado, pero con la comunidad adentro, para de esa forma trabajar en conjunto de cara al desarrollo de propuestas especializadas que permitan fortalecer el posicionamiento de Rio Negro.
Es importante destacar, que Uruguay es reconocido por su madura, robusta y avanzada legislación de derechos vigentes para las personas de la comunidad LGBT+. Poner de manifiesto lo antes expuesto implica que se vea reflejado en la calle, a través del trato, la atención, la amabilidad, la decencia, la no discriminación, la tolerancia cero al rechazo y a la segregación de la diferencia en este caso haciendo referida a la diversidad sexual.
Como país, nos encontramos ante una oportunidad maravillosa para liderar un escenario mundial, que no se da en todos los países de Latinoamérica y el Caribe.
Debemos destacarnos en turismo por características especiales y en esta temática Uruguay compite con destinos como Barcelona, Tel-Aviv, San Francisco, Toronto, Buenos Aires, y esa competencia se lidera evidenciando políticas y programas que se impulsan en esta legislación tan avanzada.
Asimismo, es clave continuar andando el camino de la profesionalización de la oferta turística y elevar la talla a nivel mundial a través de diferentes productos como por ejemplo el turismo de lujo, la naturaleza, la gastronomía, la cultura, la noche, lo patrimonial, generando nuevas experiencias. A su vez el segmento LGBT+, cada vez que elige un destino, lo estudia, lo investiga, viaja mucho y observa detenidamente los productos y las propuestas asociadas a éstos.
En lo personal, me resulta atractivo definir este tipo de turismo como “turismo inclusivo”. Creo que ya es suficiente de ponerle letras a los seres humanos. Debemos hablar del espectro amplio de la diversidad, donde todos tenemos que caber, eso demandará en este caso, salir del esquema del gay de buen cuerpo, blanco, gastando miles de dólares por noche, hay que integrar a la mujer lesbiana, a las personas trans, al afro, al inmigrante, salir de lo hegemónico y convencional.
Uruguay tiene condiciones para ubicarse en el podio de este proceso, con nuevas caras, con mucha más representatividad diversa, liderando con el ejemplo, el turismo inclusivo es de todos y para todos.
En lo diverso no hay pausa, se debe continuar creando y avanzando en una agenda a futuro, de manera más abierta, eso es parte de un liderazgo estratégico que debe ser real, que tiene que promover Uruguay para hacer de su oferta turística más seductora.
Cuando un destino favorece a todos sus visitantes, independientemente de sus diferencias, se sientan importantes e incluidos, se pueden alcanzar muy buenos beneficios como la creatividad, la innovación, la fidelidad asociadas a los servicios y productos, entro otros.
Si avanzamos hacia un turismo inclusivo, que nos integre, apostando a esta enorme porción de mercado, que cada vez es más grande, desestacionalizada, especializada, que cada vez se cataloga como un segmento innovador con alta frecuencia de viajes y de personas más jóvenes, la realidad del sector puede dar ese salto de calidad que necesita de cara a la reactivación plena del sector.