Por Javier de León.
(PRIMERA PARTE: https://www.elrionegrense.com.uy/2021/06/13/columna-de-opinion-historia-intima-de-la-mordida/ )
SEGUNDA PARTE.
ENVIADO DE LA FIFA A MEDIANOCHE
Suárez habló con algunos medios televisivos y se fue. Al poco rato, pasó por zona mixta el presidente de la AUF, Wilmar Valdez. Obviamente que le consultamos sobre la situación de Suárez. Ya eran cerca de las cuatro y media de la tarde de aquel martes.
Fue concluyente: “No hay nada. Recién hablé con el presidente de la Comisión Disciplinaria de FIFA (el suizo Claudio Sulser) y me dijo que no hay nada contra Suárez”.
La historia ya estaba cocinada. Se sumaron el odio de una parte de los ingleses, el miedo de los brasileños hacia los uruguayos, a quienes veían como posibles rivales de cuartos de final si los celestes eliminaban a los colombianos en octavos y la enemistad de Julio Grondona, vice de FIFA y presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, y Eugenio Figueredo, uruguayo, ex presidente de la Federación Uruguaya, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol y del Comité Organizador del Mundial, con los dirigentes uruguayos.
La historia es muy larga para contarla íntegra. A modo de resumen, unos meses antes del Mundial, un grupo de clubes uruguayos arremetió contra la dirigencia de la Confederación Sudamericana, solicitando cristalinidad en las cuentas de la institución.
Además, las anteriores autoridades de la Asociación Uruguaya de Fútbol, con su presidente Sebastián Bauzá a la cabeza, fueron obligados a renunciar a dos meses de la Copa del Mundo y sustituidos por otras autoridades, con Wilmar Valdez en la presidente. Bauzá había sido muy cercano a Figueredo desde el punto de vista político y las nuevas autoridades uruguayas se alejaron de Grondona y Figueredo.
El combo contra Suárez estaba armado. La versión oficiosa se confirmó horas después. A las doce menos cuarto de la noche, llegó el oficial de FIFA con la comunicación formal. Se había abierto un expediente disciplinario contra Suárez.
La Asociación Uruguaya de Fútbol tenía 17 horas y 15 minutos para elaborar y presentar un alegato de defensa del jugador, y debía presentarlo en Río de Janeiro, a 2589 kilómetros de Natal, antes de las cinco de la tarde del miércoles 25 de junio de 2014.
LAPIDACIÓN MUNDIAL
La noche fue vertiginosa. Sin dormir, los dirigentes uruguayos escribieron el alegato. Dos abogados penalistas, además integrantes del Ejecutivo de la Federación Uruguaya, Jorge Barrera y el ya citado Alejandro Balbi, estuvieron al frente del escrito.
Cuentan que la delegación, en particular los jugadores, insistían en la inocencia de Suárez. La línea argumental de la defensa negó la mordida, se basó en la tropezón sobre la espalda de Chielini, en línea con lo que Suárez había declarado en televisión luego del partido, y se era optimista en que una sanción económica zanjara la cuestión. Mientras tanto, la lapidación Mundial estaba en marcha.
La Avenida Paulista de San Pablo es acaso la vía céntrica más importante de Brasil. Aún me recuerdo en la mañana del miércoles 25 caminando por allí, y observando los diarios brasileños en cada uno de las decenas de kioscos que allí se encuentran.
Los medios de prensa brasileños, los deportivos y todos los demás, habían olvidado por un instante de Dilma Rouseff, presidenta del país, y todos los temas que estaban candentes. Sólo hablaban de Suárez, lo mostraban de dientes descubiertos, y clamaban por una sanción de FIFA.
El procedimiento formal disciplinario estaba de más. Suárez ya estaba fuera del Mundial.La presión de los ingleses y los brasileños, y la actitud, por acción u omisión, de Grondona y Figueredo, lo habían condenado.
UN CAFÉ ENVENENADO
Los dirigentes uruguayos debieron fletar un avión privado para llegar a tiempo a Río de Janeiro aquel miércoles 25 antes de las cinco de la tarde, y presentar el alegato.
Cuentan que esa misma noche se reunió la Comisión Disciplinaria de FIFA en el Hotel Sofitel, en uno de los extremos de la Rambla de Copacabana, limitando con Ipanema. Y allí mismo tomó la resolución.
El jueves 26 de junio, amaneció muy soleado en Río. A las 10 y cuarto de la mañana de aquel jueves, yo estaba caminando por la Rambla de Copacabana, cuando de pronto pasé frente al Hotel Copacabana Palace, en dónde se encontraban alojados los dirigentes principales de la FIFA. Sin prisa, pero sin pausa, avancé y de pronto estaba dentro del hotel. Caminé por sus largos pasillos internos, llegué a su gran piscina y para mi sorpresa, allí estaban Julio Grondona, Eugenio Figueredo, y dos o tres dirigentes más de FIFA.
Ensayé la pregunta obvia:
-Eugenio, qué se sabe de lo de Suárez?
– Acá nada. Es todo en el Sofitel. Acá es sólo para tomar café. Figueredo me mostró su café y se sonrió. A esa altura, obvio que él ya tenía absolutamente clara la sanción que caería sobre Suárez.
Decidí irme hacia el Sofitel, a unas quince cuadras de allí, pero al salir a la Rambla de Copacabana, me crucé con un colega uruguayo, que venía de allí, porque “Balbi y Barrera vienen para acá”.
Eran las diez y cuarenta de la mañana del jueves 26 de junio. Los dirigentes uruguayos, en un coche de FIFA, atravesaron las barreras en la calle, y se bajaron en la puerta principal del Copacabana Palace. El mundo todavía no conocía la sanción a Suárez. Nos abalanzamos con el colega sobre Balbi y Barrera, para conocer la noticia de primera mano. -Lo mataron!!! Nueve partidos de suspensión con la selección!!! Y cuatro meses sin jugar!!
Alejandro Balbi, hizo hincapié también en la sanción administrativa. La sanción prohibía a Suárez “ejercer cualquier clase de actividad relacionada con el fútbol (administrativa, deportiva o de otra clase)”
Ese corte con la actividad administrativa, hizo pensar en ese primer instante, que bloqueaba cualquier transferencia del futbolista.
Fue escrito líneas arriba, que Balbi era dirigente de la Federación Uruguaya, pero también abogado de Suárez. Y, oh casualidad! , en ese momento en la puerta principal del Copacabana Palace, sonó el celular de Alejandro Balbi.
El dirigente lo miró, y del alma le salió la expresión: – La puta madre, es Guardiola (Pere, agente de Suárez), que me está llamando.
Evidentemente el pase al Barcelona estaba a un paso de concretarse, y la sanción de FIFA y la prohibición administrativa, inducía a pensar que liquidaba la chance. Finalmente, se supo que lo único que podía hacer Suárez en relación al mundo del fútbol era ser transferido. Después, por cuatro meses, ni siquiera pisar un campo de fútbol infantil.
VIAJE A URUGUAY
A posteriori los hechos se sucedieron raudamente. Suárez fue informado de la sanción en el hotel de Natal. Supo que debía abandonar la delegación uruguaya inmediatamente, tuvo que pasar el trago amargo de decirle a Sofía y su hija Delfina, que en lugar de abordar un avión hacia Río de Janeiro para el partido del sábado siguiente ante Colombia por octavos del Mundial, el destino sería Montevideo.
Esa noche del jueves, me crucé con Diego Maradona en los pasillos internos del hotel de Barra de Tujica a dónde recién había llegado la delegación uruguaya. Venía de la grabación para su programa de Telesur, y me declaró su indignación por la sanción para Suárez.
Cuándo le conté que hacía dos días que me revoloteaba en la mente que la situación del delantero tenía enormes puntos de contacto con la que vivió Argentina y Maradona en Estados Unidos 94. Por aquello de un equipo y su figura que venían en pleno crecimiento en una Copa del Mundo y una sanción tremenda que desmoronaba toda el alma del cuadro, y lo condenaba a la eliminación. Diego me miró y sólo atinó a decir: “Debe ser porque nos tienen miedo”.
LLAMADA DE BARTOMEU
El sábado, el presidente de Barcelona, Jose Maria Bartomeu, lo llamó a Suárez y fue claro: “Luis, sigue todo igual. Te queremos en Barcelona”. Pasaron unos días, y la transferencia se concretó. La única diferencia, a favor del Barca, fue el precio. La situación particular permitió al equipo catalán pagar menos que la cláusula de salida del salteño. Los números que se conocieron arrojaron un ahorro superior a los diez millones de euros.
Un par de días antes de la final entre Argentina y Alemania, se conoció que el pase estaba cerrado. A la noche siguiente, en una rueda de prensa para periodistas catalanes, en un hotel céntrico en Río, Bartomeu anunció que el miércoles siguiente, Suárez sería presentado oficialmente.
Nunca llegó la presentación. La sanción de FIFA, que prohibía cualquier relación del jugador con el mundo del fútbol, abortó la idea.
El resto es la historia que todos conocemos. Cuatro meses para debutar, un mes para el primer gol en Chipre, las Ligas, la Copa del Rey, la Champions, casi doscientos goles, y entre los tres mayores goleadores de la historia del Barcelona.