La idea de Mateo Frascheri surgió al buscar una alternativa para que el elástico del tapabocas no le lastimara la parte trasera de sus orejas, tras estar mucho tiempo con el tapabocas puesto en horario de estudio. Como solución, creó una pieza impresa en 3D que posteriormente compartió con los profesionales de la salud.
A los 7 años, Mateo Frascheri iba al taller de su padre, llevaba sus autitos motorizados y los desarmaba y volvía a armar. Así nació su interés por la electrónica y hoy, a los 12 años, tiene claro que quiere estudiar Ingeniería en Mecatrónica ˗disciplina que integra la mecánica, la electrónica, la informática y la robótica˗ en la UTEC.
Su tiempo libre se lo dedica a su empresa: Matthew Prints. En la cual imprime productos como identificadores para mascotas o cortadores de galletitas con la impresora 3D que tiene en su casa. “Tengo unos 15 pedidos por día”, dijo a El País. Y agregó: “Me va bien; me gusta mucho”.
Cuando empezó a usar tapabocas por la pandemia, se dio cuenta que el elástico le producía cortes en las orejas. Entonces buscó alguna solución en internet. Llegó a unos planos para fabricar estos tensores que sirven para evitar esas molestias.
Debido al aumento de casos en Fray Bentos, y poniéndose en el lugar del personal de salud, fabricó 50 tensores para donarlos a la Dirección departamental de Salud. De esta forma, los médicos y el personal de enfermería pueden utilizarlos durante sus largas jornadas de trabajo.
Su uso es sencillo: el elástico del tapabocas se engancha al tensor y este se coloca en la nuca para que no haya fricción detrás de las orejas.
Mateo contó a El País que puede fabricar cinco por cada impresión y que, en total, la máquina funcionó durante 30 horas para completar la partida de 50 tensores.
De la Dirección de Salud aceptaron con gusto su donación y quedaron en comunicación por si se necesitan más en el corto plazo.
La primera vez que el futuro ingeniero utilizó una impresora 3D fue gracias a un tutor de la UTEC con el que había establecido contacto para aprender a usar un kit de robótica que se ganó en un concurso de programación organizado por la institución y del que participó el creador de las placas y código abierto Arduino, David Cuartielles. Mateo obtuvo el premio con Rbot, un robot pensado para competir en batallas de sumo.
Antes ya había tenido un kit más sencillo que le había traído Papá Noel hace dos navidades. “Con una impresora 3D podés hacer lo que te imagines”, señaló. A los 10 años, su mamá le regaló la suya.