Por Javier De León
Fue 0 a 0 en el Campeón del Siglo el clásico del Torneo Clausura, dejando a Nacional con ocho puntos de ventaja sobre Peñarol en la Tabla Anual, y ambos entreverados en mitad de tabla en el Clausura, tras cuatro fechas de disputa.
En los clásicos suele ocurrir que “el miedo a perder es mayor que el afán de ganar”. Entonces se suceden planteos conservadores, con ambos equipos cuasi colgados del travesaño.
El miércoles se transmitió una sensación de menor miedo, con las limitaciones individuales de planteles que compiten con lo que pueden y no con lo que quisieran.
Peñarol por momentos sumó seis hombres en ofensiva. Urretavizcaya en un extremo, Facundo Torres en el otro, Britos y Terans por el medio, y las llegadas de los laterales, Giovanni González por derecha y Piquerez en el la banda zurda. Esa vocación ofensiva lo llevó al desequilibrio en mitad de cancha, dónde sólo Trindade se prendía en la marca.
Nacional, con algunas rápidas transiciones de defensa a ataque, también generó riesgo en el otro arco. Bryan Ocampo quiere ser el que anunció cuándo debutó en primera división, y si bien Pablo García por izquierda resultó demasiado irregular, se las rebuscaron para arrimar sobre Dawson. Bergessio, un poco porque está más bajo futbolístico, y otro porque no recibió pelotas claras para el gol, sumó su undécimo partido sin convertir. Otro Bergessio hubiera hecho la diferencia el miércoles en el Campeón del Siglo.
En el medio tricolor, la elegancia de Emiliano Martínez se distingue, y el aporte de Neves y Carballo es interesante. Así, el primer tiempo fue ágil, con razonable cantidad de llegadas de riesgo. Menos miedo, mejor partido.
En el complemento, bajó la ambición. En Peñarol, porque la lesión de Terans y la expulsión del Cebolla Rodríguez a siete del final, lo dejaron diezmado. Y en Nacional, porque con un hombre más, allí si le faltó audacia para procurar la victoria. Pero el resumen, pese a la falta de goles, fue una saludable dosis de fútbol.