Por Javier De León
El recuerdo de lo escrito durante el Mundial, hoy con la perspectiva del tiempo, ayer en plena ebullición del Mundial
DOS DE JULIO DE 2010- ¡SEMIFINALISTAS!
¡ SOLO URUGUAY !
Me siento en la máquina y no escribo palabra. No sé qué decir, no sé qué escribir. Todavía estoy paralizado por el penal del Loco Abreu. ! La pico en el último, el que nos podía poner en semifinales! Es loco del todo! Todavía estoy paralizado por el penal de Asamoah Gyan en los descuentos del alargue, para agregar todo el dramatismo. Me recuerdo parado sobre la baranda que da a la salida del túnel, mirando a Luis Suárez y gritándole que su sacrificio no fue en vano. ¡Se fueron Italia, Francia, Inglaterra, Brasil! ¡Y LA CELESTE sigue ahí, en plena carrera, alimentando sueños con resultados increíbles en partidos increíbles! Y AHORA LAS SEMIFINALES, OTRA VEZ A CIUDAD DEL CABO!. Era difícil, obvio que sería difícil! Como suponer que un partido de cuartos de final de una Copa del Mundo podría resultar pan comido! Sin embargo se arrancó bien, se dominó en los primeros 20 minutos, y el esquema pensado, con Forlán y Suarez de punta, el Flaco Fernández por la banda derecha, y Cavani por la izquierda, funcionaba. Pero Ghana lo dio vuelta, dominó el medio y se hizo fuerte. Empezó a llegar e inquietar. Miramos con alivio el reloj, ya en dos minutos de descuento, porque Uruguay precisaba irse al descanso a rearmar filas. Ahí sucedió el primer capítulo de la historia increíble de esta noche. Para pegar un mazazo, de esos que pocos se recuperan, en la última pelota de la primera parte, el tiro de fuera del área de Muntari venció a Muslera. A remar en el segundo tiempo. Otra vez la capacidad de reacción de la celeste, anímica y futbolística, con Lodeiro en cancha. Además, una variante posicional: Forlán se retrasó unos metros, y asumió todo el liderazgo que las circunstancias imponen. Como perla extra, le pego magistralmente en el tiro libre, para empatar el partido. Después sintió el esfuerzo y bajó su rendimiento, pero igualmente su aporte fue tremendamente valioso. Así se consumieron los 90 y llegó el alargue. Sufrimos algunas jugadas, sufrieron ellos otras incidencias, hasta reclamamos un penal a Abreu. Todo indicaba que por esa vía se definirá el semifinalista del Mundial, pero….
Solo los uruguayos convertimos en leyenda un partido de cuartos. Solo los uruguayos nos especializamos en romper la lógica, en destruir pronósticos. Toda África estaba esperando que por primera vez en la historia un representante de ese continente llegara a semifinales. La ocasión estuvo al alcance de la mano. En el último suspiro, ya en los descuentos del alargue, la pelota se metía. Era inexorable, pero Luisito Suárez optó por inmolarse: con la mano rechazó en la línea, se fue expulsado, se pierde la semifinal, pero el gol no se consumó. Y entonces Gyan le pegó fuerte, arriba, y el travesaño se hizo amigo otra vez de Muslera. Vida para Uruguay, partido empatado, y cinco penales más para cada uno, para definir la clasificación. Estaba convencido que alguno iban a errar. Erraron dos, nosotros el del Maxi Pereira, y el Loco Abreu fue más loco que nunca, la pico, y a desatar la locura. Tengo la tentación de compararlos con los del 30, con los del 50, con los de antes. Tengo la suerte de no necesitar esas comparaciones: ellos son ellos mismos, están escribiendo su propia leyenda, y hacen historia en el presente, que es para pocos, y que los contemporáneos, difícilmente entenderemos mientras los sucesos van ocurriendo.
Hay una nueva historia, y vamos a disfrutarla. Sin olvidar a nadie, sin endiosar a nadie, sin destruir a nadie. Ahora Holanda. Déjenme soñar. No me quiero despertar, que como fue escrito después de Corea, con esta gente, con estos muchachos, con estos técnicos, todo es posible.