Por Javier de León.
SUAREZMANIA. Una verdadera locura ha desatado llegada de Lucho a Nacional, aunque sólo sea por tres meses efectivos, o algo menos, porque durante setiembre estará 10 días a disposición de la celeste en la doble fecha FIFA.
No hay esquina, no hay charla, no hay red social, que no hable de la llegada de Luis Suárez. Se fue hace 16 años, camino al Groningen de Holanda, por 800 mil euros, con sólo 12 goles en primera división, y vuelve a los 35, con 520 goles en su historia personal y como goleador histórico de la celeste, con 68 conquistas. Y a las puertas del Mundial de Qatar.
Lo hemos escrito y lo reiteramos. La vida es dinámica en sí misma, y el final de esta historia ni el propio Suárez se lo imaginó 20 días atrás. A comienzos de julio, cuándo se quejó de la falta de “mimos”, también envió un mensaje: “Que no me llamen ahora de Nacional, porque ahora ya está “. Pero no fue así. El presidente, José Fuentes, desde una calma que parece que nada puede alterarla, hilvanó con absoluta sinceridad una estrategia basada en la simpleza, acaso una de las más poderosas armas de convicción.
Primero no devolvió el dardo de Suárez. Hasta se excusó de no haberlo llamado. Siempre se enfocó en las soluciones, y no en el problema. Vio una puerta abierta ante las palabras del delantero, y aunque sonara a quimera, eligió recorrer ese camino casi utópico.
Después, el aluvión de cariño de la hinchada de Nacional lo “conmovió” a Suárez, que a falta de una oferta contundente de Europa, se fue haciendo a la idea del regreso.
Otra vez el fútbol volvió a demostrar que es el fenómeno colectivo más importante del siglo XX y lo que va del siglo XXI.
El poder de mover montañas que nace del deporte rey, es inigualable. Porque contiene un ingrediente esencial: la pasión.
En las últimas horas recibió una propuesta muy firme de la MLS, pero las cartas estaban echadas. Ya no había marcha atrás. El papel de ídolo máximo en el que lo colocó la parcialidad de Nacional no aceptaba otra respuesta. Volvió. Porque siempre se vuelve al primer amor.
EL DOMINGO EN MONTEVIDEO Todo ha sido febril y cuasi locura en la sede tricolor. Las puertas se abrieron el miércoles bien temprano, y en las primeras 24 horas, el padrón del club aumentó casi en un 10 por ciento, al tiempo que las butacas en el Gran Parque Central se venden como pan caliente. Y el jueves siguió la locura.
Colapsó el sistema informático de Nacional ante la demanda inusitada. Estamos en el tiempo de la ilusión, dónde la imaginación nos puede llevar a cualquier sitio, normalmente mucho más maravilloso que la propia realidad. Pero en esa están los hinchas tricolores, casi en una nube.
Los hechos se empezarán a suceder a partir del domingo, cuándo Luis Suárez llegue a Montevideo. Se anuncia una caravana entre el Aeropuerto Internacional de Carrasco hasta el Gran Parque Central, unos 18 kilómetros que seguramente estarán tapizados de banderas tricolores. De tarde, en el escenario dónde se jugó el primer partido de las Copas del Mundo el 13 de julio de 1930, Suárez tendrá su recibimiento. Se ultiman detalles, se aprontan los protocolos de seguridad. Lo único que no puede libretarse será la pasión, que no faltará por cierto. Suárez será recibido como el ídolo que es, en el regreso al primer amor.
La camiseta también estará a la venta. Normalmente se comercializan unas 10 mil casacas tricolores por año. En este 2022, sólo la 9 de Suárez puede llegar a vender cerca de 30 mil, según previsiones iniciales, pero es tanto el entusiasmo, que quizás se supere esa cifra. A un precio aproximado de 110 dólares por año y un costo, también aproximado de 50 dólares, la utilidad puede estimarse entre 2 y 3 millones de dólares. El mecanismo de reparto de dicho dinero entre el club y el punta es parte de “claúsulas de confidencialidad”, celosamente guardadas.
AHORA A LA CANCHA Llegará el domingo, y el martes Nacional juega por Copa Sudamericana en el Gran Parque Central de Montevideo ante Goianense de Brasil.
El anuncio es que Luis estará a las órdenes del plantel.
En la cancha, el lugar dónde siempre mejor ha hablado el punta, empezará a escribirse otra historia a partir del martes.
La cuestión es cómo llega. No juega oficialmente desde el 22 de mayo, cuándo disputó 4 minutos ante la Real Sociedad. Y no juega 90 minutos completos desde el 6 febrero, cuándo el Atlético de Madrid visitó y perdió ante el Barcelona.
Para el Cholo Simeone, en la última Liga Española, fue pieza de recambio en el primer semestre de este 2022, con pocos minutos en cancha respecto a lo que ha sido su trayectoria. Para Diego Alonso, el DT de Uruguay, fue pieza clave en el tramo final de las Clasificatorias Sudamericanas, con gol y titularidad ante Paraguay en enero, titularidad ante Venezuela en febrero, y otra vez titular en la clasificación ante Perú en marzo. En el último partido, ante Chile en Santiago, con Uruguay ya en el Mundial, partió en el banco, pero ingresó y marcó un golazo de chilena.
En junio se realizó un tratamiento “higiénico” en su rodilla maltrecha, y se ha entrenado por su cuenta en este julio, con algunos movimientos en el Campo Deportivo del Barcelona. Pero no ha tenido exigencia intensa desde hace más de dos meses. Todo indica que no está ni por asomo para 90 minutos. La expectativa es máxima, y Suárez es de leyenda, pero normalmente la única verdad es la realidad. Seguramente irá dosificando esfuerzos, estará en campo, y escribirá nuevas páginas. Con este Suárez inverosímil, todo puede esperarse.