Por Javier De León
El viernes, Peñarol no logró ganarle a Liverpool en Belvedere, empate 1 a 1, y quedó muy lejos en la Anual, cuasi perdida, y también rezagado en el Torneo Clausura, y por tanto hipotecando buena parte de su chance de ser campeón Uruguayo, a falta de cinco fechas para el final.
Una jugada no observada por el árbitro Matonte, agarrón al argentino Nahuelpan, derivó en un penal no cobrado a favor de los aurinegros. Sólo por ese motivo no logró ganar Peñarol? Seguro que no.
El novel presidente Ignacio Ruglio arremetió contra todos y todo, anunciando tormentas próximas, cambios profundos, heridos y acaso “muertos”. “Alguien tiene que hacerse cargo”, digamos que amenazó.
Miéntras tanto, en plena tribuna, al final del partido, el delegado Gonzalo Moratorio encaró al presidente de la AUF, Ignacio Alonso, sin insultos, pero con una ampulencia, movimiento de brazos, y reclamos que no correspondía. Claramente perdió el estilo, y aunque pudiera tener alguna razón en el fondo del reclamo, la falta de formas lo descalificó totalmente.
Buena parte de la gente de Peñarol siente que los arbitrajes le han quitado el torneo. Más aún, su dirigencia hizo circular durante el fin de semana un detalle elaborado por un integrante de una Comisión interna, en la que detalla que el club perdió 26 puntos por errores arbitrales y que Nacional fue favorecido en 13 encuentros. Si así fuera, Peñarol sería el líder con 79 puntos, y los tricolores estarían décimos. Se pueden compartir algunos de los errores de los jueces que señalan, pero tomar el informe como válido en su totalidad aparece como totalmente absurdo.
Hay un sentimiento en parte de los hinchas de Peñarol, que a lo largo de los tiempos ha ido alternando de un equipo grande a otro, según los circunstancias. “El sistema está contra Peñarol”!!!!
En otras épocas fue Nacional el que afirmaba tal extremo, mientras perdía en la cancha, porque era menos futbolísticamente y porque sus dirigentes claramente no estaban a la altura de las circunstancias.
Nadie ha definido qué es el “sistema”, y las leyendas populares alimentan que algunas manos invisibles tuercen los campeonatos y ordenan a los árbitros cobrar o dejar de cobrar penales.
No voy a caer en la ingenuidad de suponer que en el mundo del fútbol no existen presiones, y que alguna de ellas no surten efecto. Pero tengo la convicción que el dichoso “sistema” se construye a partir de inteligentes y pausados movimientos de estrategia de las dirigencias de los clubes, que sirve más para evitar ser perjudicado que para ser beneficiado, y que en definitiva los aciertos en las decisiones deportivas, léase contratación de entrenadores y jugadores, siguen siendo las más determinantes de los resultados deportivos.
Entonces, mea culpa, más silencio y más acción. A los gritos y amenazando con tirar abajo el “sistema” no es el camino. A pesar de lo que muchos crean, un buen NUEVE, un buen GOLERO, un buen ENTRENADOR, un PRESIDENTE con clara visión estratégica, es más importante que un Juez de Fútbol.