por JAVIER DE LEÓN
Hay artículos que uno no sabe por dónde empezar.
Peor, aún. Sabe que lo escrito es este minuto puede ser información desactualizada al instante siguiente, porque esta historia de Juan Manuel Izquierdo es hora a hora, minuto a minuto.
Cuesta escribir. He visto cosas duras en el fútbol a lo largo de 50 años. He visto fallecimientos, he sabido de suicidios, accidentes de jugadores jóvenes, pero ninguno me ha impactado tanto como este caso.
No sé si será porque Juan fue padre hace dos semanas. Si será porque tiene otra nena chiquita, de sólo dos años, que se fue con su mamá, Selena, hacia San Pablo, y no entiende qué pasa con su papá. No sé si será porque uno también es padre, y de pronto te da por pensar qué hubiera sido de la vida de mi hijo, que por suerte ya tiene 25 años y se encamina en la vida, qué hubiera sido de su vida si yo lo hubiera dejado con dos semanas de vida.
No se si será porque Juan se desplomó en la mitad de la cancha, en plena Copa Libertadores, cuándo Nacional empujaba atrás de la ilusión de la clasificación a Cuartos y al Mundial de Clubes, con miles en las tribunas y muchos miles más mirando por televisión. Mira vos, qué poco importante resultaba aquello, la clasificación, por la que decíamos había que “dejar la vida”, cuándo uno de aquellos que jugaron, quizás dejó literalmente la vida. ¡¡La pucha!! ¡¡¡Qué poco importante era …!!!
Hay un sentimiento de tristeza y de shock generalizado que impacta. A quién le interesa el fútbol y a quién no, también. Cuesta creer que esté escribiendo estas líneas. Han sido días muy difíciles, con la sensibilidad a flor de piel. Nacional tuvo el tino de manejar la comunicación con tacto, aguardando que llegara la familia a San Pablo antes de ampliar las noticias. No podía permitirse que los padres de Juan, que su hermana, que su señora, se enterase de nada por redes sociales antes que personalmente.
Por eso, recién el sábado de noche se admitió que Juan tuvo un paro cardíaco prolongado, y a partir del domingo, en palabras breves, pero tan elocuentes como duras, se refirió al daño neurológico. Sin hacerlo explícito, quedó en claro la situación.
El periodismo deportivo en general también se manejó con total sensibilidad, y si bien se sabía desde el mismo jueves de noche de muchos minutos, nada se publicó. Al menos yo no leí, ni vi ni escuché nada. Por una vez, no importó la primicia. Nos atuvimos a la información oficial, y la fuimos ampliando a medida que la misma también fue ampliada.
Escribo esto por acá, y capaz que dentro de un rato surgen novedades. Es difícil que sean buenas, así está planteada la situación.
Por lo pronto, me aferro al milagro. Es lo único que nos está quedando.
*Artículo escrito el día martes 27/8 en horas de la tarde.