Por por Javier De León
El fútbol uruguayo se encuentra en el mismo cruce de caminos de hace nueve años. Con un contrato por los derechos de televisión a cinco años del final, y con una presión tremenda para su extensión, más allá del 2025.
Todo es relativo. Aunque parezca mucho un lustro, nunca el final del contrato estuvo tan cerca como ahora. Es la misma situación vivida en el 2011, cuando Sebastián Bauzá presidia el Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol.
Francisco Casal lo sabe. Los principales dirigentes también. En la medida que el final se acerque, el poder de negociación de la AUF crece, y por tanto la posibilidad de obtener un ingreso mayor.
El relato de la historia vivida en este último cuarto de siglo ha dejado a las claras que los contratos largos siempre han perjudicado económicamente al fútbol uruguayo. Por ello la presión que imprime la empresa para volver a extender el final hasta el 2029, de forma tal de seguir logrando el mejor negocio posible para sus intereses.
Un poco de historia
El primer contrato por los derechos de televisión se firmó entre la AUF y Torneos y Competencias Uruguay en 1994, con una extensión hasta 1999.
TyC Uruguay fue una empresa con capital accionario del Grupo Clarín, Carlos Avila, el histórico fundador de Torneos Argentina, y Francisco Casal como tercer socio. La empresa se comprometió a pagar US$ 1.200.000 por año a la AUF. Recuerden las cifras y verán cómo en el paso del tiempo se han ido incrementando.
La evolución de la demanda hizo crecer el valor de los derechos del fútbol uruguayo. Es fácil entender por qué siempre ha sido inconveniente firmar largos contratos. El precio que hoy se acuerda, es irrisorio dentro de diez años.
Conclusión? A mitad del período, acuciados por dinero, los clubes aceptaron renegociaciones por un precio mayor, pero con la contrapartida de una extensión del plazo del contrato. La historia de nunca acabar.
El primer contrato de Tenfield
La disolución del afectio societatis entre el Grupo Clarín y Paco Casal ambientó el nacimiento de Tenfield. En marzo de 1998, 15 meses antes del final del contrato entre TyC Uruguay y AUF, en uno de los tantos momentos de urgencia económica antes de comenzar un torneo uruguayo, Nelson Gutiérrez hizo llegar a la Asociación un cheque por US$ 1.900.000, en un recibo en el que figuraba su nombre, pues Tenfield S.A. aún no existía, y en el concepto se escribió “a cuenta de los derechos del fútbol uruguayo”. Sin entrar en detalles, que fueron muy jugosos y dan para escribir un libro, finalmente se rubricó el primer contrato entre Tenfield y la AUF, con Eugenio Figueredo como presidente de la Asociación.
El primer vínculo fue desde julio de 1999 hasta julio del 2009, involucraba al fútbol local y a la selección uruguaya, y el compromiso de la empresa era el pago de US$ 5.000.000 anuales.
Dos apuntes. De aquellos US$ 1.200.000 anuales del 94, se pasaba a los cinco millones, aunque es cierto que en el nuevo contrato se incluía a la selección nacional, aunque en aquellos tiempos no tenía ni por asomo el prestigio con el que cuenta hoy.
El otro gran detalle. Los dirigentes del fútbol uruguayo prefirieron la oferta de US$ 50 millones de Tenfield por diez años antes que una oferta de US$ 82 millones de Bersabel S.A. Cuando el presidente de Liverpool, Fidel Russo, preguntó por qué 50 eran más que 82, con su particular estilo, el presidente de Peñarol, José Pedro Damiani, ensayó una respuesta: “ Es por la plusvalía que Paco le da al fútbol uruguayo”. Vaya respuesta!!!
Siempre la zanahoria a diez años
Casal siempre puso el final del contrato diez años por delante. El primero, como fue dicho, iba desde 1999 hasta el 2009.
Avanzado poco tiempo, en el 2003, y con Figueredo aún como presidente de AUF, se firmó la primera extensión, a tapa cerrada y sin pleno conocimiento de los clubes del contenido del mismo.
Allí, se extendió el plazo hasta el 2014. Otra vez, diez años por delante.
Cuando la “limpieza con cepillo de alambre” del primer gobierno de Tabaré Vázquez se llevó puesto a Figueredo de la presidencia de la Asociación, en el 2016, asumió José Luis Corbo en su lugar, en un Ejecutivo donde destacaban Eduardo Ache, Juanjo Ramos y Adrián Leiza.
Se conoció entonces que en aquella firma del 2003 de Figueredo, se habían recibido US$ 2.500.000 como pago de las Eliminatorias para Sudáfrica 2010.
Discusiones acaloradas y varias, derivaron en que el 2007 se firmara un “Acuerdo Transaccional”, por el que se recibió más dinero por las Eliminatorias para el 2010, y se extendiera el fútbol local hasta el 2016.
Otra vez 10 años por delante para el final del contrato. Obviamente que cada extensión incrementaba el precio que Tenfield pagaba la AUF. Se pasaba a recibir más dinero hoy, pero a cambio de un plazo mayor.
Los últimos dos contratos
En el 2011 fue el momento de mayor tensión. Luego de la actuación en el Mundial de Sudáfrica, con la selección revalorizada en su cotización, y con un contrato del fútbol local a cinco años del final, más un Ejecutivo con Sebastián Bauzá como presidente y el intento de independencia como meta, se generó una presión feroz para una nueva extensión. También estaban en medio de la discusión los derechos para las Eliminatorias para Brasil 2014.
La mayoría de los clubes, acuciados como siempre por sus diarios problemas financieros, querían una nueva extensión a cambio de recibir ya más dinero.
A pocos días del inicio de las Eliminatorias, octubre del 2011, se firmaron los derechos para esta competencia. El Ejecutivo no quería extender los derechos locales más allá del 2016, pero terminó cediendo.
El 14 de agosto del 2012 se firmó un nuevo contrato entre Tenfield y la Asociación Uruguaya de Fútbol, con vigencia hasta el 31 de diciembre del 2021. Otra vez, 10 años por delante el final. Y otra vez, se acordaban pagos adicionales para el 2012 hasta el 2016, en que vencía el anterior contrato, más los pagos estipulados desde el 2017 hasta el 2021. O sea, se incrementó lo que recibirían los clubes, a cambio de un mayor plazo.
Para cuantificar la situación, la AUF pasaba a recibir casi cinco millones de dólares más por año, a cambio de cinco años más de plazo del contrato,
Para no cambiar la lógica, el 21 de enero del 2016 se firmó la última extensión. Allí se definió que los derechos del fútbol uruguayo los tendrá Tenfield hasta el 31 de diciembre del 2025, o sea otra vez diez años para el final, y se establecía un pago adicional, ya desde el 2015 en adelante, de aproximadamente dos millones de dólares anuales.
Actualmente el fútbol uruguayo recibe aproximadamente US$ 11 millones de dólares anuales por los derechos. Pasamos de aquel millón doscientos mil dólares anuales de 1994, a estos 11 millones. Mal negociados, igualmente crecieron exponencialmente.
La misma lógica
La historia de estos últimos 25 años ha sido concluyente. Ninguno de los contratos entre Tenfield y la AUF han llegado hasta el final, sin antes firmarse a mitad de plazo una extensión.
Hay una lógica irrebatible: cuando el precio va al alza a medida que avanza el tiempo, el mejor negocio es firmar por plazos cortos, para poder aprovechar ese incremento de valor.
El aumento de abonados del fútbol uruguayo ha sido incesante. De aquellos 80 mil abonados que existían hace poco más de 20 años, hoy se estiman en más de 600 mil que son demandantes del producto.
Un estudio de poco tiempo atrás, calculó en 50 millones de dólares anuales el ingreso que genera el fútbol uruguayo por televisación. Obvio que hay costos y que no todo ese dinero podrá llegar a las arcas de la AUF, pero la pelea es para que llegue el mayor monto posible.
Las cosas claras
En este punto, hay que ser claros. Este artículo, y todos estos datos, no pretenden ser una guerra contra Tenfield ni contra Francisco Casal.
Casal es indudablemente un formidable empresario, que tuvo la visión del negocio cuando recién alumbraba la década del 90. Y como una vez me dijo aquel gran presidente de Defensor, don Eduardo Arsuaga: “La culpa no es de Casal, es de los clubes que van a pedirle plata”.
Aquí el punto es defender los intereses y la institucionalidad de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Renovar hoy el contrato de los derechos de televisión, que vence en diciembre de 2025, significa otra vez hacer un mal negocio, y recibir en los años por delante menos de lo que se podría recibir.
En algún momento debe quebrarse ese círculo vicioso, de contratos largos, que siempre han terminado sometiendo a la AUF.
El punto central no significa eliminar a ninguno de los actores, porque la experticia que ha obtenido Tenfield en el negocio lo hacen y lo harán un protagonista seguramente siempre presente.
El punto central pasa por disminuir el margen del intermediario. Que entre lo que pagan los abonados, que son los que realmente pagan en toda esta historia, y lo que recibe la AUF, el margen sea menor al que existe hoy. Negocio, tiene que ser negocio para todos. Negocio para uno solo, no es negocio a largo plazo.