Son cada vez más y se desarrollan en distintos ámbitos de la ciudad. Todos llegan en búsqueda de oportunidades, una vida tranquila y estabilidad.
“Uruguay siempre ha sido un país de brazos abiertos para países que están expulsando a su gente, venezolanos, cubanos y de otros lugares”, expresó el presidente electo Luis Lacalle Pou.
Muchas publicaciones lo ubican entre los países más seguros, verdes y democráticos del mundo. El crecimiento de los inmigrantes en el país ha visto un aumento exponencial en los últimos años y la tendencia es que siga creciendo. Uruguay resulta una opción importante en comparación a otros países de la región debido a sus políticas migratorias flexibles.
Bruno Figun Director Departamental del MIDES dijo a El Rionegrense, que en las oficinas de Fray Bentos ha atendido muchos extranjeros con historias: venezolanos que llegaron de Montevideo porque fueron estafados, unos brasileros que no se adaptaron a la vida de la ciudad y llegaron porque les dijeron que en Fray Bentos había mucho trabajo. También escuchó de familias que llegaban por partes, y muchas que llegan sin nada y sin saber sobre nada.
“Mi destino final realmente era Argentina, pero terminé en Fray Bentos”
Así comenzó la historia de una venezolana Ingeniera en Mantenimiento Mecánico que con de 38 años llegó a Uruguay a visitar a su hermano que ya tenía año y medio trabajando como Ingeniero en Computación. Su destino era Argentina por los diversos procesos que tienen y sobre todo la parte petrolera, era muy parecida a lo que se tenía en Venezuela. En su país se desempeñaba como docente universitaria y además poseía una empresa Consultora de Ingeniería que realizaba proyectos y se especializaba en el área petrolera.
En vista que su hermano no había viajado a Venezuela, y ella venía a Argentina, decidió pasar unas semanas con este, y luego seguir a su destino. El cuarto día en Uruguay, de alguna manera llegó su información a una empresa de ingeniería y la llamaron para concertar una entrevista. A los pocos días, la notificaron que había sido seleccionada para desempeñarse en el cargo de procesos industriales, aunque no tenía mucha experiencia, pero fue justo en ese momento cuando resuelve quedarse. Aceptó, y diez meses después, unos amigos uruguayos le dieron la referencia de los llamados que realizaba la UTEC, investigó y posteriormente se postuló quedó seleccionada y es así como llega a Fray Bentos.
Actualmente continúa trabajando en UTEC, nunca ha existido una acción de rechazo de parte de nadie hacia su persona, describe a los uruguayos como “gente muy amable y cordial” incluso afirma que recibe muchas preguntas sobre la situación por la que atraviesa su país. Con respecto al cambio cultural lo describió como complicado, “no es fácil comenzar desde cero” sin embargo enfatizó que ha recibido mucho apoyo para aprender la cultura y la historia del país.“Definitivamente, lo volvería a hacer”
“Vivir ahí es como una burbuja que no te deja ver más allá”
Hace tres años llegó a Fray Bentos, cuenta una cubana de 30 años, quien le describió a El Ríonegrense cómo fue su llegada a Uruguay con un bebé de ocho meses en brazos. “Ha sido duro”, expresó. Estar separada de la familia, pero tocó salir de su país en busca de tranquilidad y de calidad de vida. Decidió emigrar de su país natal dejando atrás a su familia, se dió cuenta que “vivir ahí es como una burbuja que no te deja ver más allá”. Su esposo emigró hacia Norteamérica en busca de un mejor futuro para su familia.
En contacto con un familiar que ya vivía en Fray Bentos, éste le informaba lo relacionado sobre empleos, calidad humana del lugar, trámites de documentación y todo lo que se considera cuando se decide emigrar. Viajó desde Cuba hasta la Guyana y comenzó su travesía de cinco días para atravesar Brasil y llegar finalmente a Uruguay. Una vez en Brasil, viajó de Boa Vista a Porto Bello, de ahí un viaje de dos días y medio con escala en Curitiba hasta llegar a Montevideo.
Durante el trayecto fue estafada, víctima de personas que se aprovecharon de su necesidad y su desconocimiento, lo que describe como una etapa que le permitió fortalecerse. Tener a su pequeño la ayudó a llenarse de valor para continuar en su marcha. “El aprendizaje es mucho”, manifestó. Nunca pensó que llegaría el día de dejar sus raíces y comenzar una nueva vida alejada de todo lo que conocía. Poco a poco ha vuelto a creer en las personas, se permitió no perder la confianza total en la gente y ha reafirmado con el pasar de los años que “aún quedan muchas personas con valores”. Le preguntamos si volvería a migrar y su respuesta ha sido “definitivamente sí”. Al llegar a Fray Bentos fue difícil encontrar empleo, por no contar con referencias personales que respaldaran su honradez, pero poco a poco fue ganándose la confianza de su actual empleador con el que ya tiene tres años desempeñándose en atención al público. Comparte gastos con un familiar, y el dinero que gana en su trabajo le alcanza justo para cubrir las necesidades básicas, alquiler, servicios y comida. Cuenta con el apoyo de su esposo, y éste la ayuda económicamente en la distancia.
Ya son casi siete meses que no ve a su esposo. Ambos han regularizado su documentación. Ha enfrentado el desarraigo de su familia, la soledad, la separación de su esposo, y su pequeño hijo la ha fortalecido para seguir adelante por una mejor vida. “Lo más difícil ha sido la separación de mi familia” y aún así está dispuesta volver a emigrar de ser necesario.
“Llegué solo y con sólo USD 700 en el bolsillo”
Así comenzó la historia de un venezolano de 44 años Ingeniero Mecánico, con diecisiete años de experiencia en el ramo de la docencia, que tuvo que dejar a su familia y emigrar en busca de un mejor futuro. Ya son dos años y cinco meses en Uruguay, de los cuales seis lleva viviendo en Fray Bentos. Fue en el 2016 cuando en familia se tomó la decisión de salir de su país; ese mismo año unos amigos uruguayos que durante toda su vida estuvieron en Venezuela retornaron y fueron el punto clave para que Uruguay fuera el destino.
Comenzó el proceso de organización con la finalidad de llegar con la documentación regularizada y desde Venezuela solicitó la residencia permanente; una vez con el documento dio inició a reunir el dinero para realizar el viaje de la manera más segura y económica. Emprendió el viaje solo, ya que viajar en familia era costoso. Él asumió el compromiso de llegar primero y buscar trabajo para luego poder traer a su familia. Fue su cuñada quien le prestó el dinero para el viaje y así llegó a Montevideo en octubre del 2017 “solo y con sólo USD 700 en el bolsillo”.
Afortunadamente contó con amigos venezolanos que ya habían iniciado su nuevo comienzo en el país y estos le brindaron apoyo y alojamiento por unas semanas. A los tres meses de haber llegado, consiguió su primer empleo como ayudante de albañilería, y también daba clases particulares de matemáticas.
En enero del 2018 comenzó a trabajar como Guardia de Seguridad, al mismo tiempo enviaba su currículum vitae en busca de un empleo en su área de experiencia. Y cinco meses después lo contactaron para entrevistarse para trabajar en la Universidad Tecnológica ubicada en Fray Bentos.
Casi dos años después de llegar a Uruguay pudo comprar los pasajes a crédito para poder buscar a su familia en Venezuela. El 18 de julio del 2019 pudo finalmente reunirse con su familia, ver a sus dos hijos pequeños y su esposa para regresar y comenzar una nueva etapa juntos.
“El esfuerzo ha valido la pena, podría escribir un libro”, expresó. Con todas las experiencias que le tocaron vivir, separase de su familia, llegar a un lugar desconocido prácticamente solo, vivir días incomunicado y la incertidumbre del mañana, cree “que todo sacrificio tiene su recompensa”. Le tocó conocer y enfrentar sentimientos que no conocía, y hoy no solamente está nuevamente junto a sus seres queridos, sino también ha aprendido a valorar momentos que son irrecuperables en la vida.